El agua embotellada no siempre es la opción saludable para el planeta y tu economía
A pesar de que disponer de agua es un derecho universal, en la actualidad empresas trasnacionales han visto aumentar sus ganancias gracias a la venta de este líquido embotellado.
Según los activistas canadienses Maude Barlow y Tony Clarke en su famoso libro ‘Blue Gold: The Battle Against Corporate Theft of the World’s Water’ (‘Oro azul: la lucha contra el robo corporativo del agua del mundo’), en la década de los 70 el volumen anual de agua embotellada que se comercializaba en todo el mundo no superaba los 1.000 millones de litros, mientras que en la siguiente década el consumo se duplicó. Ya en el año 2000, las ventas anuales ascendieron a más de 84.000 millones de litros y los pronósticos del portal Statista indican que en 2017 se consumirán 391.000 millones de litros de agua embotellada.
Y México ha resultado ser un buen mercado para este producto.
De acuerdo con un informe realizado por Beverage Marketing Corporation, nuestro país tiene el mayor consumo per cápita de agua embotellada en 2014 y se calcula que cada mexicano toma alrededor de 264 litros de agua envasada al año.
El segundo lugar lo ocupa Tailandia (246 litros anuales por persona), seguido por Italia, con 196 litros anuales per cápita.
En la mayoría de países desarrollados, el agua del grifo se puede beber sin ningún problema, aunque su sabor y olor puede variar. Aún así, las empresas logran que las personas consuman su producto ya que por medio de la publicidad venden algo a lo que la gente tiene derecho y asocian su marca de agua con un estilo de vida saludable y una buena figura.
Sin embargo, mucha de esa agua también viene de los grifos. La compañía Pepsi admitió hace un año que su agua envasada Aquafina no es agua mineral, sino que proviene de las tuberías.
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