Por Charly Pérez*
Kate del Castillo enloqueció y se olvidó de la delgada, pero brutal línea que separa la realidad de la ficción. Teresa Mendoza, su güero y su gallego y Oleg y don Epifanio viven en una novela de Arturo Pérez Reverte. Son fantasía. Pero mi Kate de verdad se creyó que podía dejar de lado todo eso y hacer negocios y proyectos con el criminal más buscado del mundo.
El imbécil de Sean Penn nada más dizque lo entrevistó, y eso no tiene ninguna relevancia. Se creyó reportero y escribió una crónica con las nalgas. Como periodista es excelente actor, sin duda. Y el capo no le dio la menor importancia ni al ganador del Oscar ni a los estúpidos editores de Rolling Stone…
Pero a ella, a ella la iba a cuidar más que a sus ojos (porque sus ojos la vieron), para él ella es lo mejor de este mundo. Una buchona muy especial. Un trofeo de poca madre. La muchachita más guapa. La actriz le iba a producir una película biográfica, con una buena lana de por medio, por supuesto, porque no creo que lo fuera a hacer por su linda cara (la de él). Y eso, mi estimada Kate, es hacer negocios con los malos, y no está bien, es delito. Por eso, querida, te están investigando.
Desde las pantallas y los foros, el mundillo del crimen le resultó fascinante a Del Castillo, pero nada más que esta vez se metió al mundo real, al de a de veras, al que no se graba en un set. En éste hay muertos y envenenados y secuestrados y desaparecidos todos los días. Éste le cuesta la vida a miles de personas al año. Éste lleva una dosis de salvajismo tremenda. Y ese señor, con el que se toma un tequila tan a gusto, es el principal responsable de toda esa maldad. ¿Seguirá creyendo en él más que en cualquier otra cosa después del problemón en el que está metida?
Los vampiros necesitan una invitación para entrar en nuestras vidas, si no los invitamos se siguen de largo. Kate le abrió la puerta al monstruo y lo invitó a pasar. Le agradeció. Entonces se sintió segura, protegida por primera vez, se ilusionó de verlo a los ojos, se emocionó, no dormía, sólo pensaba y pensaba. Pero luego se dio cuenta de que la tenían bien pinchada y que las autoridades querían que los llevara hasta él. Ella no lo quería arriesgar, era demasiado peligroso…
Teresa Mendoza vivió su vida en 552 páginas, Kate ya se dio cuenta de que la suya no es una novela… Fin de la historia (por el momento).
Obituario: Según las encuestas, bajó la aprobación de Peña y Mancera, ¡¿en serio?!
Twitter: @carllycos
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