Sin mucha novedad la ceremonia del tradicional Grito de Independencia celebrado recientemente en Palacio Nacional. Los chayotes de alcurnia, registraban en sus celulares, el trayecto que encaminaba a Peña hacia el balcón, para que este con bandera en mano y enfundado con la inmerecida banda presidencial, diera el grito más insípido de la historia.
Desde temprano, la “borreguiza” fue llegando al Zócalo, adhiriéndose a la plancha, cual abejas en la miel. Paulatinamente, fueron colocándose en los lugares más aptos para ser captados en televisión y lanzar porras a su amado Enrique bombón.
La novedad no fue el vestido de la Gaviota sino los niños “basculeados” y los que no fallaron, fueron los fieles acarreados
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
POR: Manuel Tenedor
@ManuelTenedor
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