“El doctor es un hombre bueno”, dijo mi amiga. Creo en las buenas intenciones de mi amiga. No tengo una sola evidencia –por los años que llevo de conocerla– que me lleve a suponer que miente, liberadamente, con algún propósito.
Por estas mismas fechas, una “activista” (la entrecomillo porque ella se dice así y yo creo que es un hoyo negro de recursos públicos) me afirma:
–N’ombre, el doctor es el hombre más decente.
Calculo que le estará vendiendo alguna asesoría (o le da ciertos privilegios) cuando le pregunto-afirmo:
–Te trata bien.
Ella calcula que estoy calculando que vende asesorías al (o la trata bien el) Gobierno del Distrito Federal y me responde:
–No es eso, que me trate bien. Sí me trata bien. Pero de verdad siento que es un hombre decente.
Por estos días, una tercera persona me dijo que es una persona “bien intencionada”, y mi mente voló irremediablemente hasta 1996, cuando el director de un periódico en el que trabajaba me hizo la misma descripción de Ernesto Zedillo. “El doctor Zedillo es bien intencionado”, me dijo. Muchos periodistas daban un brinco, en ese momento, al presupuesto de la nueva administración federal y se compraban al nuevo Presidente (o encontraban una razón moral para cambiar de favorito) a pesar de que, en cuerpo y alma, habían amado al anterior, a Carlos Salinas de Gortari.
Pensé, por estos días: Pues sería muy bien intencionado el mentado doctor Zedillo, pero que le pregunten a los sobrevivientes de Las Abejas. En 1997, un grupo paramilitar entró a Acteal, en Chenalhó, Chiapas y agarró orando a mujeres embarazadas, niños, ancianos y adultos. Su iglesia estaba a unos metros de un retén de la policía. Los masacraron sin misericordia. Fueron 45 indígenas los muertos: 16 niños, niñas y adolescentes; 20 mujeres y 9 hombres adultos. Acusaron directamente a Zedillo e incluso al Ejército de haber creado fuerzas paramilitares para combatir a los zapatistas.
Pensé, por estos días también: Pues sería muy bien intencionado el mentado doctor Zedillo, pero que le pregunten a los mexicanos que recuerdan. En 2000 se descubrió que Carlos Romero Deschamps, hoy Senador del PRI, desvió mil millones (1,000,000.000) de pesos (pongo los ceros para que sientan más feo) del Pemex de Zedillo para la campaña electoral de Francisco Labastida Ochoa (“me dice chaparrito, me dice mandilón, me dice labestida”, no puedo evitarlo).
Pero no hablo del doctor Zedillo aquí. Hablo del doctor Miguel Ángel Mancera.
–Es una persona bien intencionada, de verdad –me dijo esa tercera persona hace unos días–. Además está muy solo. Necesita mucha ayuda. Está muy aislado. Lo tienen aislado. Escucha a tres o cuatro personas y nada más.
–[Héctor] Serrano y [Luis] Serna. ¿A quién más?
–Al Procurador.
–Supongo, sí. ¿Y a quién más? ¿A Salinas lo incluyes entre esos tres o cuatro?
–¿Cuál Salinas?
–El único.
–No sé.
Esa tercera persona bajó la voz y volteó solo los ojos mientras me acercaba la cara. Se colocó la mano en la boca y dijo:
–Que al de Comunicación Social lo puso Salinas; eso sí dicen.
–Bueno –le respondí sin llevarme la mano a la boca y con un poco de risa por su gesto–, eso lo dice medio mundo; no es tan secreto.
Óscar Kaufmann sustituyó a Fernando Macías Cué en el Gobierno del Distrito Federal. Lo que se dice es que fue designado por Carlos Salinas de Gortari. No tengo una sola fuente que lo confirme más allá de que ha trabajado con Grupo México de Germán Larrea, que se vincula al ex Presidente. Representó a la empresa contra las viudas y los huérfanos de los 63 obreros muertos en Pasta de Conchos.
Lo que sí es público es el romance indiscreto y público de Mancera con el PRI. ¿Cuál PRI? Pues muchos PRIs. Ayer, por ejemplo, uno de esos PRIs le dio un regalo a Mancera: aprobó en la Cámara de Diputados el dictamen sobre la Línea 12 que pone al enemigo acérrimo del Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, por rumbo de los tehuacanazos, las chicharras y el chile piquín.
El PRI elaboró el dictamen y el PRI mismo lo aprobó. Favor completo del PRI para Mancera, pues.
Otro PRI es el generoso que le aprueba presupuestos para la ciudad. Y un tercero le somete a las huestes priistas cuando quieren salírsele de control.
Muchos PRIs.
No está tan solo, pues. Y no escucha sólo a tres o cuatro.
***
“El pleito con Ebrard lo tiene muy ocupado. Parte del entramado en este pleito lo opera Serrano. Pero él también”, me cuenta alguien de adentro del gobierno de la ciudad.
Se le nota. Por ejemplo: cuando habló con la prensa sobre la explosión en Cuajimalpa, dijo que los contratos con Gas Express Nieto vienen de la anterior administración. De Ebrard, pues. Y es cierto. Pero también es cierto que su gobierno, el año antepasado, refrendó y amplió más contratos con hospitales. Y con las prisiones, que maneja, por cierto, el Secretario de Gobierno Serrano.
Carajo. Se abre una puerta en el Distrito Federal y sale Serrano. Que le pregunten a Santiago Creel. En el PAN dicen que fue Serrano quien le dio los más de 6 mil afiliados fantasma que presumió como propios.
–Ahora resulta que Santiago tiene base social –me dijo un legislador panista la semana pasada.
–¿Cómo?
–Sí. Regalo de Serrano. Ya salió el peine en el PAN. Un regalito con veneno. Esos perredistas que metieron al PAN en el DF responden directamente a Serrano. La lista viene directamente del padrón de uno de los programas sociales del Gobierno de la ciudad.
Cierro esa puerta. Abro otra:
–Sueña con ser Jefe de Gobierno.
–¿Serrano?
–Sí.
–No creo.
–Pues para eso trabaja –me dice un funcionario de la ciudad.
Sentados en un café de la ciudad, dos reporteras y un servidor teníamos la misma duda. Se lo preguntamos a Serrano: ¿quiere ser Jefe de Gobierno?
No, hombre, dijo. No, no, que no. Que va a trabajar hasta el 2018 con el jefe (Mancera) para acompañarlo a su siguiente proyecto, y luego se retira.
No violo ningún código de una conversación privada. El encuentro fue parte de una entrevista.
***
Un suspiro y el 2018 está aquí. Así se van los días y los años.
Mi pregunta-sugerencia es para alguien que conoce, como pocos, a Miguel Ángel Mancera. Le digo:
–Mancera quiere competir en 2018.
–Claro.
–Y está trabajando en eso.
–Por supuesto.
Una pausa.
–Quien alienta sus esperanzas lee encuestas, por supuesto.
–Por supuesto.
Otra pausa. Café, un cigarro.
Me dice luego que Los Chuchos (Jesús Zambrano, Jesús Ortega y Carlos Navarrete) “lo ven perfecto para la presidencial”.
–Esos tres sí leen encuestas –le digo.
–Claro.
–Si las elecciones fueran hoy –uso el cliché de los encuestadores– se pondría en ridículo al PRD.
–A Mancera.
–Al PRD.
–No, a Mancera –me insiste. Escucho–. Y no son sólo Los Chuchos los que lo están alentando, ojo. Hay otro más.
–Serrano, los Serna, sus cercanos, los que llevan las riendas del gobierno –le digo.
–No. Hay otro más –repite–, alguien más. Ni te imaginas.
Salgo del café, algo desconcertado y sin pistas.
Entendí que no me lo dijera: todo mundo se cuida en estos días; muchos hablan cubriéndose la boca porque el rumor de que volvieron a echar a andar “la cueva” en la capital del país (una suerte de centro de espionaje ilegal) se ha extendido por doquier. Sea real o no, “la cueva” atemoriza a muchos.
En el camino hacia mi oficina, mientras recorro Avenida Reforma, veo una foto en la portada de un diario: es Raúl Salinas de Gortari, que sale de un carro escandaloso y de mal gusto. Se pasea por Cuajimalpa.
Carajo, pienso. Se abre una puerta en el Distrito Federal y sale Salinas.
Tomado de sinembargo.mx
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