Un gigantesco manto de flores multicolores tapiza el desierto de Atacama, el más árido del mundo y que se encuentra en el norte de Chile, con una intensidad no vista en varias décadas, un maravilloso efecto del fenómeno de El Niño.
Sobre las inmensas laderas desérticas, florecieron miles de especies de flores de color amarillo, rojo, blanco o violeta, que han llenado de color este inmenso espacio vacío que en esta época alcanza temperaturas por sobre los 40 grados Celsius.
Miles de suspiros de campo en tonos violetas y blanco y añañucas amarillas emergen para vestir de color a la habitual palidez de sus tierras.
Se suman a esta fiesta de color miles de garras de león), una especie endémica de Chile de color rojo, y ‘patas de guanaco’, que en varias tonalidades aportan su esplendor a este espectáculo de la naturaleza, que se suele producir cada cuatro o cinco años y que en esta ocasión ha alcanzado una intensidad no vista en décadas.
“Este año ha sido particularmente especial, porque la cantidad de agua que ha caído ha hecho que sea tal vez el más espectacular de los últimos 40 o 50 años”, dijo Raúl Cspedes, museólogo y académico de la Universidad de Atacama.
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