Para ningún perredista en Iguala es un secreto cómo fue que José Luis Abarca se hizo de la candidatura por la presidencia municipal. “Le di dos millones de pesos a Jesús Zambrano (entonces presidente del partido). Salió miserable, el compa”.
Era boquiflojo. Eso lo llegó a decir en diversos encuentros, cuentan integrantes del PRD de amplia solvencia moral y trayectoria partidista, quienes pidieron no revelar sus nombres, pues sus vidas corren peligro en Iguala, donde aún opera el cártel Guerreros Unidos, al que pertenecían Abarca y su mujer. Hasta antes de caer, en sus dos años de administración sus principales adversarios internos (Justino Carvajal y Arturo Hernández) fueron ejecutados, 20 simpatizantes de éstos también y van más de 53 cadáveres extraídos de fosas clandestinas cerca del ayuntamiento.
Abarca alardeaba sobre su llegada a la máxima silla del ayuntamiento en octubre de 2012, al sacar del camino a Oscar Díaz, quien resultó ganador de la encuesta que el partido estrenaba como método para superar las crisis eternas durante las elecciones abiertas. Como premio de consolación, la dirigencia del PRD dio a Díaz una diputación local.
Antes, Abarca era un vendedor de sombreros y huaraches y prosperó con la venta de joyas. De forma sospechosa, sin embargo, se convirtió en el hombre más rico de Iguala: inauguró la plaza comercial Tamarindos en cuyo frente luce una Mega Comercial, una institución bancaria, un cinema y un amplio estacionamiento cuyo predio dejó de ser parte de los jardines del 27 Batallón del Ejército.
Lázaro Mazón, un viejo perredista que ganó fama gracias a que en su juventud atendió una botica en el centro de Iguala, condujo la candidatura de su amigo Abarca a pesar de que la fortuna de éste acrecentó en medio de comentarios que dejaron de ser rumores una tarde de 2009 cuando la tv divulgó lo que nadie en el partido quiso ver: los hermanos de su esposa eran los principales operadores del cartel de los Beltrán Leyva.
Uno salió esposado junto a un cargamento de droga y armas; por la cabeza de otros dos, también hermanos de su esposa, María de los Ángeles Pineda, la PGR ofrecía 60 millones de pesos. Mientras, Abarca se consolidaba como el hombre más rico de la cuna de la Independencia.
Oscar Díaz aventajó con más de seis puntos a Abarca, pero con trampas y artilugios propios del PRD le negaron el triunfo. Se conformó un bloque en Chilpancingo denominado los cuatro fantásticos: Sebastián de la Rosa, Carlos Reyes, Víctor Aguirre y Evodio Velázquez, quienes impidieron una sesión de consejo estatal donde se discutiría el tema de la encuesta. En reuniones secretas fraguaron el atraco político. Firmaron actas para despojar a Díaz del triunfo y endosárselo, contra todas las de la ley, a Abarca.
El crimen aún opera en este valle rodeado por nueve montañas, donde en 1821 Agustín de Iturbide emitió el Plan de Iguala para reconocer por primera vez la Independencia de México en la Nueva España, pero Abarca tenía un pobre conocimiento de historia. A Hernández Cardona le ofreció 10 mil pesos por clases de dos horas.
En estos terrenos es donde Abarca empezó a aparecer en los mítines de Ángel Aguirre en 2011. Mazón, que ha sido dos veces alcalde y tuvo el apoyo financiero de Abarca, lo metió poco a poco al ruedo político con la figura de “empresario exitoso”. Lo presentó, lo placeó sin recato. Así Mazón, nombrado coordinador regional de la campaña presidencial de López Obrador, tuvo de su lado al hombre acaudalado que de ganar la encuesta interna garantizaría que los votos para su coalición PRD-PT-MC, en julio de 2012, serían también los votos para Andrés Manuel. O viceversa.
Acrecentó su popularidad Abarca con eventos culturales y deportivos en el centro comercial.
-El día del niño, mi hijo quería ganarse una lap top, pero se conformó con un celular- dice Alejandra Figueroa, una ama de casa que a partir de entonces empezó a oír y ver el nombre de Abarca en la radio; Abarca en tv; Abarca en los periódicos; Abarca en las bardas, en los pendones colgados en postes, por todos lados, hasta en la sopa.
El exvendedor de sombreros era guiado por el exboticario que se recibió de médico, pero nunca ejerció por esas cosas de la vida en que alguien está en un lugar y circunstancias que nunca imaginó. Era el año del 95 cuando a los perredistas todavía eran apedreados y Concepción Carvajal, optó por renunciar a la candidatura de Iguala.
Sergio Tavira, dirigente del PRD, buscaba sustituto. Se mencionaron nombres, pero por tal o cual razón fueron descalificados hasta que al final se habló del tal Lázaro Mazón. Era de Cocula, un municipio colindante, pero al entrar a la secundaria se estableció en Iguala. Era amiguero. Además de la botica, su trabajo de puerta en puerta como misionero mormón amplió la simpatía con su gente, cambiara o no de creencias religiosas.
Vinieron las dos alcaldías, la exsenaduría de la República, su tutela a Abarca. Hasta que éste y López Obrador posaron juntos con él. Fue el 12 de mayo de 2012 en una gira de trabajo que el candidato presidencial hizo por Guerrero. Al llegar a Iguala se topó con un ambiente desconcertante. Gritos encontrados. Quejas. Situado en calle Bandera Nacional esquina Juan N. Álvarez el templete era un hervidero. Cuando López Obrador saludó a Abarca y a su esposa, el momento se tornó electrizante. “Lázaro, no engañes a AMLO. En Iguala, Óscar ganó las encuestas”. Éste apenas contestó que había que apoyar a todos. Díaz esperó al final del mitin y entregó a López Obrador un expediente negro.
-Es el lavador de los Pineda, candidato- le dijo.
-Yo no puedo hacer nada, trata de verlo con los dirigentes estatales y nacionales- contestó Andrés Manuel y se marchó.
Fue amo y señor de Iguala hasta que llegó el triste 26 de septiembre, día en que la señora Pineda hacía un mitin en el que regalaba computadoras con intenciones de suceder a su marido.
El lunes siguiente a las 43 desapariciones forzadas y seis ejecuciones, Jesús Zambrano se reunió con Abarca en el DF. Dolores Padierna dijo que en esa reunión secreta se planeó la fuga del alcalde.
Reportaje de El Financiero escrito por Alejandro Sánchez
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