Por: Fernando Ortiz C.
Llegó el día en que el “viaje maravilloso” de dieciséis años del Teacher López Doriga al frente del noticiario estelar de Televisa ha llegado a su fin. Una carrera donde el conductor heredó de Guillermo Ortega el emporio desinformativo y confabulado con el gobierno que dirigió y construyó Jacobo Zabludovsky.
Los escándalos por la posesión de departamentos de: lujos, yates, suites, han provocado que la imagen del vocero de los reyes del imperio informativo de Televisa se viera mermada. Así es la figura que hoy se despide de la televisión, un hombre que en algún momento fue llamado el Anticristo por el ex dirigente del PRD (Partido de la Revolución Democrática).
La salida de López Doriga deja más preguntas de los cómos y de los porqués de los medios informativos hacen y dicen lo que convenga a sus intereses. Una televisora con el poder de catapultar a un político a la presidencia, para que éste cumpla como un vasallo más con las necesidades y gustos de los poderosos.
Es hoy, en estos momentos que se va el denominado Teacher, cuando tenemos que preguntarnos “Juay”, frase que posiblemente sea para lo único que sea recordado López Dóriga. ¿Por qué ahora se va? ¿Por qué después de que se destapara los escándalos de extorsiones? ¡Juay! Por qué un periodista que se supone tiene el deber de comunicar los sucesos que acontecen día con día acapara el poder de lo que los ciudadanos deben saber del acontecer del país.
El poder de las cámaras y micrófonos hace que gobernadores, presidentes, políticos, empresarios se inclinen ante el vocero, ante el Teacher que controla la información y se cree invencible, amo y señor de lo que tiene que aparecer en su noticiero y lo que puede ser censurado.
El poder envenena y parece que esto es con lo ahora tendrá que lidiar el supremo López Dóriga, el problema con la empresaria Aramburuzabala no es cosa menor, se ha metido con alguien con mucho poder, a las fauces de los intereses y grupos de control, donde posiblemente él pensó que era intocable.
La figura de López Dóriga es una más de las tantas que hemos visto recorrer en los noticiarios, de los que se alinean a los poderosos, de los que se valen de los medios informativos para desinformar, para cambiar versiones o simplemente para silenciar la situación del país.
Televisa puede darse cuenta que a pesar de su poder ha entrado en un declive, programas agonizantes que se han quedado en el supuesto de una sociedad del siglo XX y no ha dado el giro que requieren las dinámicas de la actualidad, esto sumado a los escándalos de sus líderes, información que se filtra han provocado que desde las altas cúpulas se planifique y se tomen decisiones con el afán de sobrevivir, sin importar que en esas jugadas estratégicas pierdan algún alfil o alguna torre, todo sea en defensa del rey, en este caso Emilio Azcárraga Jean quien se encuentra frente a una situación crucial para el futuro de la empresa.
Televisa el emporio, Joaquín López Dóriga el vasallo, alguien tendrá que sobrevivir y eso es lo que parece se olvidó el periodista, es más fácil construir a un personaje que a un imperio, es más simple tener un nuevo títere que dé la cara en la televisión y comunique lo que convenga que restructurar a una empresa que se ha constituido a través de las influencias y de los favores que los han hecho poderosos.
Ahora la pregunta es ¿Quién es el sucesor? Será otro personaje que se presente como el periodista ético e incorruptible que “no esté afiliado a ningún partido político”, tal como lo dijera Joaquín el día que Irma Serrano “La Tigresa” lo llamó priísta.
Está Televisa en busca en todo su reino del dueño del zapato de “La Cenicienta” (frase con la cual se refirió López Dóriga a un zapato encontrado en el lugar del accidente del avión en el que viajaba Jenni Rivera); ese zapato que le quede a la medida y llene de felicidad al príncipe Azcárraga.
Termino con una frase que algún día Joaquín López Dóriga expresó, diciendo que: “Jacobo Zabludovsky me enseñó a comentar y a escribir noticias”, viendo esta admiración de Joaquín hacia el hombre que se limitó a informar que: “el día era soleado un 2 de octubre de 1968”, mientras ocurrían los enfrentamientos en Tlatelolco, podemos entender el periodismo que guío durante estos dieciséis años en su noticiero estelar.
La silla quedará girando al final del programa, vacía, tal y como ha estado el periodismo y los noticieros de Televisa durante décadas, esa silla que da poder, pero también por la cual han pasado varios personajes que han sido desechados cuando el momento lo exige, lo exige para continuar desinformando de manera veraz, clara y concisa.
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