A pesar de que en un principio los señalamientos contra el Ejército por su participación en las agresiones y desapariciones de los normalistas de Ayotzinapa pasaron desapercibidas, éstas cada vez suenan menos descabelladas.
Primeramente fueron el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), quienes desde su trinchera en Guerrero señalaron a los miembros del Ejército mexicano por los ataques en Iguala, acusaciones que fueron reforzados por declaraciones de padres de familia y miembros de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG).
Entre los multiples mensajes acusatorios, se indica que dos responsables directos de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, eran oficiales del 27 batallón de infantería, el teniente Barbosa y el capitán Crespo, quienes habrían estado involucrados con grupos criminales de la entidad.
Aunado a ello, recientemente los padres de Ayotzinapa exigieron (nuevamente) a las autoridades responsables que se llegue hasta el fondo de las pesquisas, sin importar que se tuviera que investigar a militares, es decir, pedían investigar en cuarteles y así vulnerar la fuerza protectora que pesa sobre el 27 batallón en Iguala, así como a las fuerzas armadas de Guerrero.
Y es que se debe tomar en cuenta que durante los años setenta, en plena Guerra sucia impuesta en México, fueron precisamente militares los que encabezaron la represión del régimen contra la ciudadanía considerada subversiva, con métodos como la tortura y la desaparición forzada.
Las recientes investigaciones que dictan como falsa la calcinación a la que se aferra la PGR, abren también la posibilidad de que dicha teoría tome más fuerza, y que se piense en que verdaderamente fue el Ejército y no el narco quien operó la desaparición de los normalistas. “Acuérdense que en la guerra sucia, si alguien era experto en desaparecer personas, era precisamente el Ejército”, manifestó uno de los sobrevivientes de aquella madrugada del 26 de septiembre.
Colaboración de revolución 3.0
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