Tuvieron que mudarse a Islandia por rechazo a su hosexualidad
Aunque sus compañeras de equipo conocías su situación y las respaldaban, el director técnico mostró su rechazo
Bianca Sierra y Stephany Mayor son dos atletas que han jugado para la selección femenil de México, y actualmente viven en Islandia. Ambas han representado al país en competencias internacionales y fueron parte de la selección que disputó la Copa del Mundo de Canadá 2015.
La razón de ambas futbolistas para dejar México y mudarse a esa isla es que querían poder jugar en el mismo equipo sin dejar de ser pareja.
Mayor, delantera, y Sierra, defensa, posiblemente sean las primeras atletas profesionales abiertamente homosexuales de México.
En México las futbolistas se enfrentaron a su director técnico que les ordenó que escondieran su relación.
Pero no sólo se trató de la prohibición del directivo, sino del rechazo social sufrido al hacer publica su orientación sexual. Cuando Sierra y Mayor revelaron su relación, al publicar fotos en redes sociales en las que anunciaban su amor, fueron víctimas de acoso en línea.
Esta situación contrasta con lo que hoy viven al residir en Akureyri, donde no son vistas desde su homosexualidad, sino desde su condición de deportistas.
Ambas son estrellas de un equipo invicto de la principal liga femenil, los habitantes locales las saludan en las calles y el entrenador de su equipo, el Thor-KA, celebra su talento.
“Desde el principio sentimos que aquí valoraban nuestro trabajo, nos valoraban como futbolistas, sin prejuicios”, dijo Sierra.
Sierra y Mayor se conocieron cuando fueron reclutadas para jugar con la Selección Femenil de Futbol. Compartieron cuarto durante la Copa Mundial Sub-20 de Alemania 2010. Se volvieron buenas amigas, pero todavía no eran pareja.
Luego de ello Sierra, que es mexicana-estadounidense, regresó a Estados Unidos para estudiar becada en la Universidad de Auburn, mientras que Mayor regresó a México.
Fue hasta 2013, cuando ambas fueron convocadas a la selección para un torneo en China, que volvieron a encontrarse y comenzaron un romance.
Mayor dijo que estar con Sierra, quien creció en Estados Unidos —donde son más comunes las relaciones gay en los equipos femeniles de diversos deportes— la ayudó a aceptarse más a sí misma.
Además explicó que en México aun hay muchos tabúes en relación a la sexualidad: “hay cosas que no se hablan, es algo yo creo cultural, no es fácil abrir tu relación. Para mi fue fácil abrirme con ella porque ella desde el principio tenía sus ideas claras de lo que quería, eso me ayudó mucho”.
Mantuvieron una relación de larga distancia cuando Sierra fue contratada para jugar en el Washington Spirit, equipo de la liga femenil estadounidense, la National Women’s Soccer League. Solo se veían cara a cara cuando Sierra viajaba a los entrenamientos o torneos de la selección mexicana.
Según señala The New York Times, ambas atletas fueron abiertas con las otras jugadoras del equipo y con sus familias; cuando viajaban compartían cuarto y siempre estaban juntas. Sin embargo, su afecto llamó la atención de Cuéllar.
Durante décadas, Cuéllar fue la principal figura del fútbol femenil en México, encabezó la selección durante 18 años, desde su infancia hasta su calificación a tres mundiales.
En 2015, durante un torneo previo a la Copa Mundial, en Chipre, Cuéllar convocó a las jugadoras para una reunión sobre las reglas del equipo. En medio de un discurso sobre cómo no deben tomar alcohol y que deben ser cuidadosas al usar redes sociales, hizo un comentario que las jugadoras sintieron como una referencia explícita a su relación.
“Dijo: ‘A mí no me importa si son novias o no, pero no las quiero ver ahí agarradas de la mano o haciendo desfiguros’”, recordó Mayor sobre la conversación.
Para ellas y para todo el equipo, fue obvio a quienes estaba dirigida la orden, eran la única pareja en el equipo.
“Si lo piensas no creo que le dicen a un jugador hombre de la selección mexicana que no bese o agarre a su novia con el uniforme”, comentó Sierra y destacó que para ella fue algo sorprendente, pues en Estados Unidos no se ven esta clase de situaciones contra las parejas homosexuales.
Lee el reportaje completo en The New York Times
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