Los niveles de violencia alcanzados dentro de México con los recientes hechos en Tlatlaya y Ayotzinapa superaron las barreras de lo soportable. La reacción ante estas infames matanzas, provocaron cual efecto dominó, manifestaciones exigiendo la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos por la narcopolicia municipal de Iguala, Guerrero.
La demagogia gubernamental dirá su eterna letanía: “hechos aislados”, pero la realidad es que cada vez son menos aislados y en caso dado, no le resta gravedad al suceso.
El fascismo mexicano sigue a la alza, el pensamiento crítico de su población incomoda al Poder y esté atenta contra la libre expresión de maneras nunca antes vistas, como es en el caso del normalista Julio César Mondragón, uno de los estudiantes encontrado muerto, al cual le arrancaron la cara.
Es difícil emular el profundo dolor de las familias de las víctimas pero sin duda indignó a la sociedad mexicana y mostró solidaridad ocupando las calles nuevamente. Cada vez son más los que dejan el miedo atrás, ahora sigue comprender que la colectividad es lo único que puede reconstruir el futuro poco prometedor de este bello y masacrado país.
Vivos se los llevaron, vivos los queremos. #TodosSomosAyotzinapa
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
POR: Manuel Tenedor
@ManuelTenedor
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