Celdas de castigo, trato violento y humillante como táctica para amedrentar a quienes exijan el respeto a sus derechos, acoso de los custodios que piden sexo a cambios de brindar un mejor trato, discriminación étnica y racial, escasez de fármacos y nula atención médica para personas con problemas mentales… Y así hasta completar un largo etcétera.
Estas son algunas de las situaciones que, a diario, enfrentan miles de personas extranjeras detenidas por el Instituto Nacional de Migración (INM) o por alguna de las fuerzas de seguridad del Estado, y que fueron internadas en una estación migratoria debido a que no pudieron acreditar su estancia regular en México. Así lo revelan las organizaciones civiles Sin Fronteras, el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, FM4 Paso Libre, el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuria, y Frontera con Justicia, las cuales presentaron este martes 21 de julio el informe Derechos Cautivos.
El documento, elaborado a partir de entrevistas y encuestas realizadas a cientos de migrantes recluidos en los centros de detención de Tapachula, Oaxaca, Puebla/Tlaxcala, Guadalajara, Saltillo y el Distrito Federal, coincide en apuntar que si bien en cada una de estas estaciones se dan casos particulares de violaciones a derechos humanos, existen “elementos comunes” violatorios que se repiten en los siete casos.
Por ejemplo, un elemento común en los siete casos monitoreados es la similitud entre las estaciones migratorias y los centros carcelarios.
Espacios sombríos, muy reducidos para la gran cantidad de personas que reciben, delimitados por bardas, mallas y rejas, con puertas resguardadas por candados, habitaciones tipo celda, camas de concreto –si acaso con colchonetas-, torres de vigilancia… En todas las estaciones monitoreadas se encontraron características de este tipo, sin importar si se trataba de un lugar situado en el norte, centro o sur del país.
Además, el informe denuncia que en los dos grandes centros de detención del país, existen cuartos de castigo, conocido como “el calabozo” en Tapachula (Chiapas) y “área de castigo” en Iztapalapa (DF). Situación que tanto Sin Fronteras como el CDH Fray Matías de Tapachula ya dieron a conocer en el año 2013 durante la presentación del informe Ser migrante no me hace delincuente.
En aquel entonces, ambas organizaciones apuntaron que en la Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula es “una práctica recurrente” encerrar a migrantes en un cuarto de separación como método de sanción, cuando a criterio de los agentes del INM éstos incurren en una infracción.
Además de las celdas de castigo, las organizaciones civiles señalan que en todas las entidades,menos en Oaxaca, se documentó la existencia de castigos cuando surgen conflictos entre personas o intentos de motín en las estaciones migratorias.
En este sentido, el informe revela que entre las medidas para sancionar se procede a la revisión e intimidación de las personas internadas “haciendo uso de perros adiestrados”, como se documentó en la estación de Tapachula. O incluso, “humillaciones colectivas a través de la exposición desnuda del cuerpo y la orden de realizar ejercicios forzados, práctica que no sólo incluye un castigo sino unos tratos crueles e inhumanos, tal y como se documentó en un caso en Guadalajara”.
Por el contrario, el documento indica que en las estaciones migratorias de Oaxaca, Tlaxcala y Puebla, “hay una percepción de buen trato, quizá porque el tiempo de estancia en esos lugares es más breve”.
También en los centros de Tapachula y el DF se recabaron denuncias de abuso de poder por parte de los custodios.
Por ejemplo, en 2014 una solicitante de asilo de nacionalidad salvadoreña narró su experiencia en la estación de Iztapalapa, en la que le fueron solicitados favores sexuales a cambio de teneruna “mejor estancia” en el lugar.
En Tapachula, otra mujer salvadoreña madre de tres hijos, sufría constante acoso sexual por parte de una agente de seguridad. Posteriormente, refiere el Centro de Derechos Humanos Fray Matías, sufrió acoso de parte de un hombre –también agente de seguridad- quien le ofrecía vivir juntos y ofrecimientos de tipo sexual.
Otra práctica común grave es el hostigamiento de los agentes migratorios contra las personas que ejercer su derecho a solicitar la protección internacional en México, o que cumplen con los requisitos dispuestos por la Ley Migratoria para poder regularizar su estancia en el país.
“Se trata de una táctica pedagógica que opera a través del miedo, y logra quebrar la integridad y fortaleza de las personas detenidas para que ‘a solicitud expresa’ sean deportadas, y no tener que pasar más tiempo en encierro y sujetas al maltrato”, subraya el informe, que en este sentido recuerda que en la estación migratoria del DF se documentó un caso de “tortura psicológica” contra un indocumentado que insistía en buscar protección en México.
Los dos grandes centros de detención también tienen en común que los migrantes refieren que los malestares se cubren habitualmente mediante paliativos conocidos como “pastilla universal” en Tapachula y la “pastilla mágica” en Iztapalapa. Esto es, que los internos reciben siempre la misma pastilla para todos los males.
Asimismo, las organizaciones defensores de los derechos humanos subrayan que, en los siete casos monitoreados, la atención psicológica es prácticamente nula. Tan sólo en los centros de Tapachula y DF se cuenta con este servicio, aunque las personas no hacen uso de él “por falta de promoción, o por la desconfianza que les genera, al pensar que el especialista correspondiente sea parte del mismo sistema que les está privando de su libertad y causando daño físico y emocional”.
Fuente: Animal Político
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