La Iglesia conocía estos casos
Lejos de proceder en su contra, la institución protegió a los agresores
Los elegían desde que tenían 10 años, a los 11 yo los habían violado, los marcaban regalándoles cruces de oro, los humillaban y amenazaban, así operaron los más de 301 sacerdotes pederastas en Pensilvania, bajo la protección de la Iglesia Católica.
Esta semana salió a la luz un informe de un jurado investigador de aquél estado, en el país vecino, que rebeló las violaciones sistemáticas a las cuales fueron sometidos cientos de niños durante siete décadas.
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“Fui uno de los escogidos: a los 10 años me tocó, a los 11 ya me había violado“, contó Delaney, una de las víctimas quien hoy tiene 48 años, de acuerdo con El Universal. .
“Destrozó mi alma y se llevó mi infancia“, lamentó.
La Iglesia lo sabía, recientemente el Vaticano emitió un comunicado para reconocer que sentía vergüenza ante las revelaciones.
Pero en su momento, la institución no sólo supo de los delitos, protegió a los abusadores.
“Por favor ayúdeme, abusé sexualmente de un niño”, confesó Michael Lawrence al monseñor Anthony Muntone.
¿Su respuesta?
“Esta experiencia no será necesariamente un trauma terrible para la víctima. Todo lo que la familia necesitaba es una oportunidad para ventilarlo”, cito BBC Mundo.
El cura Thomas Skotek, violó a una joven y la embarazó. Él mismo arregló un aborto.
El obispo James Timlin se enteró y expresó su sentir en una misiva:
“Este es un momento muy difícil en tu vida y me doy cuenta de lo amargo que es esto. Yo también comparto tu dolor”.
Pero la carta iba dirigida al sacerdote, no a la víctima.
Otro párroco embarazó a una menor de 17 años, se casó con ella y luego se divorció.
La Arquidiócesis lo sabía y le permitió permanecer en su cargo, mientras buscaban “un obispo benévolo en otro estado dispuesto a aceptar al depredador y esconderlo de la justicia”.
Chester Gawronski confesó a la Iglesia haber llevado a cabo abusos sexuales en múltiples ocasiones, pero siguió activo de 1997 a 2002, sólo lo cambiaron de parroquias.
“Se llevó mi infancia, y eso es algo que no se puede recuperar. Me convenció de que mis padres sabían lo que estaba haciendo y lo aprobaban, que era algo que no estaba mal”, expresó Delaney.
Todos estos representan sólo una pequeña parte de los relatos cuyo patrón fue de “abuso, negación y encubrimiento”, aseveró el Procurador General de Pensilvania Josh Shapiro.
Lo peor es que las autoridades creen que el informe probablemente no incluyó a todos los agresores, finalizó el funcionario.
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