Por Alejandro Páez Varela
No se si el Presidente está bien de salud o no. Alguien enterado me dijo que no existe razón para creer que tiene esa enfermedad que le cantan desde que asumió el cargo. Y he escuchado gente seria que cita a personas serias que deducen todo tipo de cánceres: de próstata, vejiga, hígado, bistec, nopales y pastor.
Creo que, como muchas cosas que pasan en México, se trata de un rumor extendido. Éste deriva de su aspecto. Porque no se necesita ser mago ni médico de la Clínica Mayo para ver que, en menos de tres años, Enrique Peña Nieto ha cambiado su rostro de niño por uno más cargado, más alargado, más arrugado, más canoso, con sombras y ojeras. “Maduró de golpe y ya”, me dijo una colega (que no es médico). “Zedillo se veía igual o peor al tercer año”, argumentó.
Se deshacen en mis manos, como un polvorón, esas teorías de la enfermedad. No tengo un solo dato en firme y, al contrario, una versión choca con la otra de tal manera que sumadas dan negativos. Deben haber en el planeta unas diez mil o cien mil personas con los mejores médicos, y entre ellas, no es un juego, está el Presidente de México. Me inclino a creer que son chismes que coquetean con la mentira. No me quiero equivocar: sólo digo que no hay datos.
Peña Nieto se hizo una carrera como estrella del pop: entre revistas chafas a las que puedes pagarle por la portada y páginas interiores, y la televisión. Su vida personal ha sido monitoreada por estas mismas publicaciones permanentemente desde hace años, y él mismo (o su esposa, la Primera Dama) les ha abierto la puerta. Las estrellas del pop, por lo regular, son víctimas de chismes porque ese mundo vacío de ideas es como es.
Mundillo de papel maché, acostumbrado a apagar sus estrellas con una gota de agua sucia. No se si el chisme de su supuesta enfermedad venga de allí. No me extrañaría.
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Nadie crea que ese mundo vacío, sin embargo, no está en manos de gente inteligente. De hecho, es el vacío el que permite que brille la materia gris. Por eso lo que más me intriga no es su supuesta o inexistente enfermedad. Lo que realmente tiene en vilo a muchos es saber cómo será el trato que le dará la televisión a Enrique Peña Nieto cuando su estrella decline (no es un deseo: así es el poder, sobre todo ése poder). Muchos mueren de curiosidad por conocer qué tanto conoce Televisa de su vida personal –por ejemplo– y qué tanto usarán, sus altos ejecutivos, esa información en su beneficio.
Porque, si a rumores vamos, hay dos muy extendidos:
El primero es de revista del corazón: que la relación en la pareja presidencial está en el último momento. El segundo rumor es que los ejecutivos del Canal de las Estrellas tienen información de primera mano sobre el tema. “Ella habría sido tan inteligente como para, digamos, compartir información con terceros y así garantizar su seguridad”, me dijo alguien. Eso se dice y podría ser una vil mentira, de esas que se tejen siempre en el asqueroso mundillo de papel maché. Pero podría ser verdad. Tiene una cierta lógica.
Ese mundo podrá ser de papel maché, pero no lo mueve un grupo de idiotas. Todo lo contrario.
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Si no está enfermo, ¿qué lo hace sufrir y verse, como consecuencia, tan demacrado? ¿Es el fracaso de su administración? Primero tendríamos que suponer que el Jefe del Ejecutivo se ve por fuera y, por lo tanto, se entera cómo se ve su administración. Pero lo que se dice es que habla con pocas personas; con unas tres. Si es un hombre que, como sabemos, no lee, entonces depende de esos tres para informarse. ¿Qué le dirán? Me invento tres frases previsibles:
1. “El país está en calma, Presidente. Hay tropiezos, como en todas partes los hay, pero son más grandes los avances. Lo de ‘El Chapo’ es nada: usted está haciendo historia”.
2. “Es el entorno internacional adverso, Presidente. No hay un solo organismo internacional que no diga que el país crecerá como nunca gracias a sus reformas. La ruta del éxito está planteada y llegaremos, sin duda”.
3. “Las elecciones intermedias fueron la verdadera encuesta. El PRI es el partido de las mayorías. Punto”.
Osorio Chong, Videgaray y Nuño, en ese orden.
Si el país hace historia y él no está enfermo, ¿qué lo hace verse tan demacrado? Si no lo desvelan el descrédito internacional, el petróleo en picada, el crecimiento mediocre, el aumento de la pobreza, el hartazgo, los feminicidios, el derramamiento de sangre, el descrédito, el dólar en el techo, la corrupción, Grupo Higa y OHL México, la impunidad, el saqueo de Pemex (de Romero Deschamps a la policía de Moreno Valle, pasando por Los Zetas), ¿qué le preocupa al señor Presidente? ¿Qué le quita el sueño?
–¿Su relación? –pregunté a boca de jarro. Quien me escuchaba es mujer, priista y joven.
–No creo. Pero ella sí lo hace sufrir.
Me dijo que, en un evento reciente, sintió una gran tristeza por él cuando, al acercársele, vio un brillo apagado en sus ojos. (Hay que entender que mi fuente vio un brillo chispeante en sus ojos en 2012, porque es mujer, priista y joven).
–¿Cómo lo hace sufrir?
–Es claro –me dijo. Pero no agregó más. Apretó los dientes. Masculló algo sobre la “unidad priista” y que “él tiene todo nuestro apoyo” y otras cosas. Criticó el vestido rojo de la ex actriz en el viaje a París y cosas por el estilo.
De regreso a mi oficina volví a ver el video de Francia, donde él da un giro de antebrazo y cuerpo para expresar desacuerdo y reclamo a su mujer. Y sí, vi a un hombre tristeando. Me pregunté, casi en automático, si era por amor. Pero no creo que sea por amor. Y si no es por amor, ¿entonces qué es? ¿Por qué tristea?
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No se si el Presidente está bien de salud o no. Pero de que algo pasa, algo pasa. Hay señales aquí y allá. Hay pistas aquí y allá. No se necesita ser mago o médico para ver que en menos de tres años ha cambiado su rostro de niño por uno más arrugado, más canoso. Y si no es la enfermedad, el país o el amor, ¿qué lo agobia?
Es claro que Televisa no es más el soldado del PRI que fue y se volvió, con gobiernos e instituciones débiles, un general dentro del Estado mexicano. Un general bastante crecidito. Uno que pudo ayudar a poner a un Presidente y que, por la misma razón, se puede sentir con poder para moverle ahora el tapete. ¿Es eso lo que aqueja al Presidente?
Son sólo preguntas y nada más. Es lo que suena.
Twitter: @PaezVarela
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