Intereses, negocios, revolución, cultura, racismo, violencia… el balompié se liga ineludiblemente a acontecimientos que trascienden lo ocurrido en el campo de juego. En su afán de mostrar las bondades y el poderío del fascismo, Benito Mussolini utilizó los mundiales de 1934 y 1938, aunque para ganar ambas copas tuviese que amenazar de muerte a sus jugadores y naturalizar italianos a varios futbolistas extranjeros. Un ejemplo semejante fue el mundial de 1978, organizado el régimen militar de Jorge Rafael Videla, luego de un golpe de Estado, dicho evento deportivo se llevó a cabo en medio de torturas, desapariciones forzadas y asesinatos.
En España, la actitud represora de Francisco Franco provocó que el Camp Nou, estadio del Barcelona, fuese el único sitio donde los catalanes podían hablar su idioma, convirtiendo así a ese equipo en un símbolo contra el régimen. En Escocia, por ejemplo, las pugnas sociales de católicos pro-irlandeses y protestantes pro-británicos fueron llevadas al césped en los enfrentamientos del Celtic contra el Rangers, conocido también como Derby de Old Firm, uno de los “clásicos” más violento de todo el mundo, con la trágica cifra de 68 muertos ha cuestas.
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