Por Manuel Tenedor
Fácilmente podemos constatar que la mentira es una característica intrinseca en el discurso político en México. A lo largo de los años, hemos visto infinidad de veces, como los políticos en campaña prometen, dicen, juran y perjuran lo que sea necesario para convencer al electorado de que voten por ellos.
En días recientes, Enrique Peña Nieto entregó el Premio Nacional de la Juventud 2015, “un reconocimiento público que otorga el Estado a jóvenes mexicanos por una trayectoria de: esfuerzo, superación, creatividad, productividad, iniciativa, así como por determinados actos u obras valiosas o relevantes realizados en beneficio de la humanidad, del país o de cualesquiera persona” según lo describe el portal del Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ).
Durante el evento, el Presidente aseguró: que “es la juventud con su actitud revolucionaria, contestataria y desafiante a la sociedad que ya tenemos, la semilla de la transformación del país y el impulso que necesita la nación”.
Es de dominio público las limitaciones intelectuales de Peña Nieto y nos lo ha demostrado en muchas ocasiones pero nos guste o no, las declaraciones que emane la persona que ostenta el Poder Ejecutivo, son de relevancia para lo que se piensa en el país sobretodo por el basto cinismo que encierran sus palabras y por la maquinaria mediática que tiene a su merced.
No tengo la menor duda de que es la juventud de México-y el mundo- la semilla de la transformación del país y del mundo entero pero en la práctica, el Estado Mexicano y otros gobiernos del mundo, se lanza con toda su artillería en contra los jóvenes disidentes.
En 1972, en la Universidad de Guadalajara, el presidente chileno Salvador Allende, señaló que: “la juventud tiene la obligación de ser un factor dinámico del proceso de cambio”.¿
Comparar a Peña Nieto con Allende Gossens en relación a los jóvenes, es ofender la memoria del fallecido Salvador, la congruencia y dignidad política del socialista chileno está lejos del maniqueo del ultra neoliberal corrupto de Peña Nieto, producto fabricado por la maquinaria de corrupción de México y solapado por la doble moral imperialista.¿
Durante el mismo evento, un joven galardonado de nombre Tito Quiroz, le regaló una biblia a Peña Nieto y le recomendó no hacer caso a las críticas. ¿Acaso es esa la recomendación adecuada de la juventud ante un gobierno incompetente, que reprime la protesta y simula gobernar?
Si bien es cierto, la crisis política y económica, junto a lo complejo que resulta vivir en México en un momento en el que el país carece de horizonte y se hunde en la violencia, hace difícil saber cual es el camino idóneo para que la situación del país mejore. Tampoco se trata de dejarle toda la responsabilidad del cambio a los jóvenes, pero bajo estas circunstancias, vale la pena preguntarse nuevamente: ¿Cuál es el destino de la juventud en México?
Siguen siendo altos los niveles de evasión en este sector de la población ante lo que sucede en el país y esta actitud ha resultado ser un fracaso para vivir mejor. Paradójicamente es la juventud quien conforma una gran parte del hartazgo comunal en el país a partir de la apertura de conocimiento que ha permitido el acceso a internet pero no es suficiente.
Decía Salvador Allende que: “Para que termine esta realidad brutal, se necesitan profesionales comprometidos con el cambio social” y me parece que la juventud mexicana, todavía tenemos pendiente ese compromiso, porque más allá de la edad, hay que entender que hay viejos jóvenes y jóvenes viejos. Según el mismo Salvador; “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica” por lo que hay que definir en dónde estamos parados.
No se trata de vivir amargado sino de vivir consciente de la situación. El optimismo debe basarse en la realidad y no en la ilusión de que todo va mejorar por un acto divino o pericia individual.
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