La joven y sus hermanos viven en condiciones de pobreza, no van a la escuela y en ocasiones no comen
Saray Soto, una joven de 16 años de edad, es la responsable de cuidar a cuatro de sus cinco hermanos tras el abandono de su madre.
La joven y sus hermanos viven en una casa que es pagada por un grupo de misioneros de una iglesia. No tienen muebles para sentarse, solo poseen un par de camas para dormir y un refrigerador vacío.
“A veces comemos, a veces no. A veces comemos frijoles, arroz y cuando se puede pues comemos cosas buenas”, declara Saray en entrevista para el programa de televisión Primer Impacto.
En medio de la pobreza, otra tragedia invade a la familia de Saray. Una de sus hermanas se encuentra hospitalizada desde hace un mes a causa de un derrame cerebral.
Juan Ángel Soto, el padre de los menores, es quien acude a la clínica a ver a su hija postrada en cama.
“A mi niña le han detectado un derrame cerebral, o sea una infección. Dijo el médico que se le regó en todo el cerebro y posiblemente esto corrió al corazón”, declaró el señor Juan.
Desde que su esposa los abandonó, él se ha hecho cargo de los pequeños, los mantiene ocupados con trabajos en casa como cortar grana.
Ante la ausencia de su padre, Saray debe hacerse cargo de sus hermanos. Una vecina, de nombre Pretonila, les brinda ayuda. Ella cuida de la pequeña Elizabeth, quien padece asma y está desnutrida.
Lo único que piden estos hermanos es que alguien los ayude para que cuando el año escolar inicie, ellos puedan comprar sus útiles y regresen a clases.
“Como regalo navideño quisiera estudiar, ser una periodista”, es la petición de Saray.
Los hermanos Soto quieren estudiar, leer y escribir para cambiar su futuro y el destino que les ha tocado vivir.
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