El acto de aplazar los asuntos pendientes para mañana se llama procrastinación
Existe un vínculo entre quienes dejan las cosas para otro momento y problemas de ansiedad y estrés
Muchas personas en algún momento de sus vidas han retrasado alguna cita o pospuesto cualquier pendiente o actividad para “mañana”.
El acto de aplazar los asuntos pendientes o dejar para mañana lo que se puede hacer hoy se llama procrastinación, y es habitual que cuando sucede traiga consigo pérdidas de productividad, además de causar estragos emocionales, principalmente estados de ánimo negativos.
La profesora de psicología en la Universidad de Sheffield, Fuschia Sirosis, detalló que las personas que se enganchan en ese círculo irracional de procrastinación crónica, es a consecuencia de la incapacidad para manejar estos estados de ánimo en torno a una tarea, sobre todo en los jóvenes.
Además de que quienes se comportan así es porque consideran que el día de mañana será idóneo y adecuado poner en práctica lo que se deja pendiente.
La persona pasa por tres etapas diferentes durante la procrastinación, la primera es la etapa de la incomodidad por la actividad que se debe hacer, la segunda de ocupación mediante otras actividades menos importantes y la tercera de justificación de dejar para mañana dicha actividad.
Los estados de ánimo influyen en que una persona decida procrastinar o no, especialmente si se trata de un sentimiento negativo, ya que existe una conexión entre las personas que dejan las cosas para otro momento y problemas de ansiedad, estrés o depresión, inseguridad, frustración, tristeza crónica, resentimiento, entre otras.
Para ayudar a controlar o controlar la procrastinación se pueden realizar algunas técnicas como imponerse tiempos de trabajo diarios y estrictos, evitar distracciones o dividir el trabajo u objetivo a completar en tareas concretas y sencillas que las personas sean realmente capaces de manejar y parezcan más sencillas.
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