La empresa no cuenta con un contrato directo con las familias recolectoras
Por cada 500 gramos de plástico, la empresa PetStar paga cerca de 40 a 50 centavos de peso, el cual es el precio más bajo de toda su red de recolección en la zona metropolitana de la Ciudad de México
Los niños de la familia Herrera viven con sus padres en una casa de madera y cartón con piso de tierra, en una zona llamada Bordo de Xochiaca, un basurero a las afueras de la Ciudad de México.
Todas las mañanas, antes de asistir a la escuela, ayudan a sus padres a separar la basura en busca de botellas de plástico. Así, forman parte de la cadena del lucrativo negocio de reciclaje operado por Coca-Cola de México y siete embotelladoras mexicanas de la multinacional.
A pesar de que la empresa sabe de la existencia de menores trabajando en la recolección, no hay señales de que esto vaya a ser detenido. Incluso cuando en sus declaraciones de principios la empresa rechaza utilizar de manera directa o indirecta el trabajo infantil.
El presidente de la planta recicladora, Jaime Cámara, no negó la utilización de trabajo infantil por lo que al momento que Univisión le preguntó sobre ello, titubeó, bajó el volumen de su voz y finalmente aceptó que existen “algunos”, señalando que la empresa trata de “no involucrarse cuando hay ese elemento que identificamos”.
Esta compañía no tiene ninguna responsabilidad legal sobre las condiciones de los trabajadores, ya que no cuentan con contrato directo. Quienes les pagan son los líderes gremiales, quienes se encargan de comprar los desechos a familias como la de los Herrera, a quienes les entrega un cheque dependiendo de la cantidad del material recolectado.
“Me tengo que parar temprano y llevármelos porque, por ejemplo, ellos como están chicos luego no saben, ellos agarran un encendedor o algo, y es peligroso. Entonces por eso me los llevo temprano para que estén conmigo”, dijo la madre de los niños Erica Herrera, en su casa al interior del basurero.
Cuando la madre de los niños llena una bolsa con restos de basura, ellos le ayudan a clasificar los materiales.
“Se me dificulta un poco, porque tengo que trabajar y regresar a echarles un ojo, que no se vayan a ir a donde está el peligro del carro, y otra vez irme a trabajar, regresar y después traérmelos para darles de comer, que se laven, se arreglen para ir a la escuela y después ir a dejarlos”, contó la mujer.
Este lugar es controlado por varias organizaciones, cuyos líderes compran los materiales reciclables a los recolectores y los venden a PetStar, la mayor planta de reciclaje de envases plásticos para Coca-Cola en el mundo. La planta es propiedad de Coca-Cola de México y las embotelladores mexicanas Arca Continental, Bepensa, Corporación del Fuerte, Corporación Rica, Embotelladora del Nayar y Embotelladora de Colima.
Por cada 500 gramos de plástico, la empresa PetStar paga cerca de 40 a 50 centavos de peso, el cual es el precio más bajo de toda su red de recolección en la zona metropolitana de la Ciudad de México, comparado con el precio que la empresa paga a los recolectores en los camiones de basura, los centros de acopio o las plantas de selección de residuos, en otras zonas de la ciudad.
De acuerdo con el presidente de la planta recicladora, esto se debe a que el material que recolectan en el Bordo de Xochiaca está muy sucio, por lo tanto es una mercancía que vale menos. “Esa suciedad tiene un costo en el costo final” dijo Cámara, cuya planta se surte del trabajo de la familia de Herrera.
Así como los Herrera, existen unas 500 familias que sobreviven en el lugar sin electricidad ni agua potable, sin embargo, ni ellos mismos o los líderes, conocen el número de niños que trabajan en el lugar, en donde temen que uno de ellos sea mordido por alguna rata o sea sepultado por los camiones de basura al momento de las descargas de los desechos que vienen de Nezahualcóyotl, en el Estado de México.
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