Por Pablo Montaño
En Barcelona se celebró el primer foro de “Fearless Cities” (Ciudades sin Miedo), donde personas y organizaciones compartieron cómo combaten el miedo en sus ciudades, desde alcaldías, regidurías, organizaciones o diputaciones locales. El lugar estaba lleno de logros, experiencias y luchas para hacer frente al resurgido fascismo y a las formas destructivas del neoliberalismo, iban desde la fascinante experiencia de Ada Colau y Barcelona en Comú, hasta las mujeres de Rojava que defienden y resisten las ofensivas de Isis en las ciudades kurdas al norte de Siria; mucha esperanza y muchas ideas para romper el miedo y sus efectos.
El miedo orilla, paraliza y nos hace actuar en contra de la lógica y en favor de la reacción inmediata y la supervivencia. Esta reacción suele ser el rechazo de aquel o aquello que resulte ajeno y fuera de la norma. Trasladando esto a las ciudades, el miedo nos condena a un estancamiento político, a una incapacidad para innovar y limitándonos a seguir probando lo mismo de siempre. ¿Dónde queda el miedo de las ciudades mexicanas y a qué nos conduce?
Sin duda, buena parte del miedo mexicano nos llega de la guerra contra el narco y la indefensión en la que vivimos. Nos ha llevado a construir muros cada vez más altos, a temerle a lo que mueva mucho nuestra convulsa realidad. El miedo mexicano no se habla, se confiesa con pena y de mala gana, cuando menospreciar asesinatos, secuestros y asaltos resulta insostenible. Con el 2018 ya instalado en el imaginario político, nuestros miedos se convierten en botín político y campo fértil de promesas y amenazas: “pena de muerte contra los malos”, “primero tus hijos”, “defender la economía”, “seremos Venezuela”, “estaremos peor de lo que estamos”, “es narco”, “es gay”. Nuestra capacidad de sobreponernos a nuestros miedos, será la vía para romper la inercia destructiva en la que vive nuestra política.
Si rompemos el miedo, tendremos candidatos y sobretodo candidatas que nos inviten a probar otras formas de hacer política, experimentando con lo que nuestras ciudades ya ofrecen e impulsándolo con creatividad y honestidad. A su vez, estas nuevas formas políticas las veremos acogidas por un electorado deseoso de creer y de ocupar la política, necesitados de abandonar el tedio que esclaviza en una monotonía estéril.
Por cierto, en este foro se mencionó reiteradamente a una organización política mexicana, Wikipolítica (a la que pertenece el diputado independiente Pedro Kumamoto), la dejo al costo.
@Pabloricardo2
Sé parte de la conversación