Los órganos presentaron signos de actividad molecular
No obstante, el experimento no resucitó completamente los cerebros porcinos
Un grupo de científicos de la Universidad de Yale (EE. UU.) consiguió restaurar la circulación y la actividad celular del cerebro de varios cerdos cuatro horas después de haber muerto.
Para ello, los científicos utilizaron varias cabezas de cerdo cuatro horas después de la muerte de los animales, de las que los cerebros se conectaron a un nuevo sistema llamado BrainWx (BEx).
El sistema consiste en varias bombas insuflando una sangre artificial, compuesta a base de una hemoglobina sin células, modificada genéticamente y con propiedades anticoagulantes.
Esta sangre artificial permite la protección celular y el bloqueo de la actividad neuronal de los grandes mamíferos postmortem.
Durante seis horas, los cerebros se mantuvieron conectados a la máquina a la temperatura que habría tenido un cerdo vivo.
En este tiempo, los órganos presentaron signos de actividad molecular y señales de funciones básicas de células neuronales, gliales y vasculares.
Durante el experimento se pudo constatar una reducción de la muerte de las células, así como la conservación de la arquitectura anatómica y celular, además de la restauración de la estructura de los vasos sanguíneos y la vuelta de la circulación.
También hubo respuestas inflamatorias gliales, signos de metabolismo cerebral activo de la glucosa y del oxígeno. Asimismo, como la actividad neuronal espontánea in vitro en sinapsis en células que se extrajeron de los cerebros tratados con BrainEx.
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No obstante, los investigadores enfatizaron que su experimento no resucitó completamente los cerebros porcinos, ya que en ningún caso hubo evidencia de actividad cerebral normal, sólo algunas funciones.
Los investigadores destacaron que su estudio podría aplicarse en un futuro en pacientes victimas de un infarto, cuando el corazón deja de bombear sangre y hay riesgo de daños cerebrales.
Este tratamiento podría proteger el cerebro mientras se logra reparar el corazón o los pulmones, informó el portal ABC.es.
“Sería un tratamiento muy invasivo, aunque sin duda esta investigación abre un campo de investigación que hay que seguir abordando”, advirtió Juan Lerma, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante.
“No sabemos si hemos restaurado por completo las moléculas, solo que responden de manera correcta. El cerebro sigue clínicamente muerto, no hemos redefinido el concepto de muerte clínica porque no hay señales de restauración de funciones vitales. Aún estamos en una primera fase y es muy difícil hablar ahora mismo sobre aplicaciones futuras, menos aún para la especie humana”, indicó Stephen Latham, director de Bioética de Yale.
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