La demanda es remover a los vendedores artesanos
Estos trabajadores han estado en el sitio durante varios años
El gobierno de Yucatán presume en la página de Internet de la “legendaria ciudad maya de Chichén Itzá”, que el sitio arqueológico es “Patrimonio de la Humanidad declarada por la UNESCO desde 1988 y Maravilla del Mundo desde 2007”.
Sin embargo, su categoría de “maravilla del mundo” se encuentra en riesgo: en abril pasado, New7Wonders (N7W), la organización privada radicada en Suiza que otorgó el reconocimiento a Chichén Itzá, exigió al gobierno mexicano atender una serie de recomendaciones para no retirarle la distinción.
La principal demanda gira en torno a un tema sensible en la zona: “reubicar” a los cerca de 800 vendedores y artesanos mayas que trabajan en Chichén Itzá, en un espacio comercial que se sitúe fuera del sitio.
La organización aseguró que su presencia en los “sacbés” del sitio, deteriora la “experiencia del turista”.
Desde diciembre del año pasado, la gestión de Rolando Zapata Bello, gobernador de Yucatán, ha negado que el sello de “maravilla del mundo” este en peligro; sin embargo, Jean-Paul De La Fuente, director de la organización suiza, confirmó a la agencia Apro que “si no pasa nada, el riesgo es muy alto de que Chichén Itzá pierda el estatuto”.
Cada año, casi dos millones de turistas acuden al sitio arqueológico. En los primeros nueve meses de 2016, lo visitaron un millón 180 mil 998 turistas extrajeros y 350 mil 854 mexicanos.
De la venta de entradas, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) adquirió 99 millones 570 mil pesos y el estado de Yucatán (que tiene una segunda caseta de cobro) obtuvo ingresos por 217 millones 353 mil pesos, durante el mismo periodo.
Para los operadores turísticos de Yucatán y Quintana Roo, el sitio arqueológico también representa un negocio exitoso. Las excursiones que parten de Cancún, Mérida o la Riviera Maya hacia el lugar son sus productos más vendidos, con un costo que va de los 60 a los 120 dólares.
Este sector empresarial ha reclamando la expulsión de los artesanos de la zona arqueológica durante varios años, su argumento es que “acosan” a los turistas.
Por su parte, los vendedores organizados temen que las autoridades estatales los desalojen de Chichén Itzá. Incluso, afirmaron ser víctimas de una campaña de difamación.
“Solo quieren que los dejen trabajar”, explicó a Apro Villevaldo Pech Moo, asesor legal de un grupo de artesanos de Chichén Itzá.
“Quieren los mismos derechos que tienen los grandes empresarios (…) se dedican a la venta de artesanías en la zona desde hace décadas, aunque puedo pensar que hay cosas de China pero son de menor cantidad, y exigen el respeto a sus derechos como comunidad indígena”, aseguró.
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