Al sacerdote que dirigía esta casa hogar le tenían que llamar “papi”
Debido a la serie de abusos que los menores sufrían durante años, se ordenó la reubicación de 134 niños y 80 jóvenes
La casa hogar la Ciudad de los Niños de Salamanca, Guanajuato, misma que era dirigida por el sacerdote Pedro Gutiérrez Farías con el apoyo de un grupo de religiosas, contaba con diferentes reportes de irregularidades desde hace por lo menos nueve años.
Al comprobar que estos niños sufrían abusos físicos y sexuales, la jueza federal Karla Marcia Macías Lovera ordenó reubicar a 134 niños y 80 jóvenes, quienes vivían en esta casa hogar, esto, luego de un proceso que duró más de un año.
El sacerdote era quien principalmente cometía estos abusos, el cual era identificado por los menores como “papi”, aunque también participaba una religiosa, la madre Hortensia y Martín Bermúdez, encargado de la casa hogar.
Pese a que dicha asociación comenzó a operar desde 1977, fue hasta 2008 cuando se supo de las irregularidades después de que una madre de familia presentara una queja ante la Procuraduría de los Derechos Humanos de Guanajuato (PDHG), en contra del DIF de Salamanca, quienes le negaron el apoyo para intervenir entre ella y el albergue, ya que el sacerdote se negaba a que ella pudiera ver a su hijo, internado en el albergue.
Esto se dio gracias a que cuando los niños ingresaban a este hogar, los padres o familiares tenían que firmar un convenio en el que cedían la patria potestad totalmente al sacerdote, mediante un proceso a todas luces ilegal. Con esto, el religioso registró como sus hijos a 134 menores.
Cuando la madre del menor acudió al DIF a denunciar, le dijeron que podía ver a su hijo, ya que el “presbítero, encargado de esas asociaciones civiles estaba muy fuerte y que si ella iba en contra de él iban a bloquear cualquier trámite y afectar incluso sus oficinas”, esto de acuerdo al expediente del que AM tiene una copia.
Un año después de esta denuncia, documentaron otro caso, en esta ocasión en una escuela primaria en donde los maestros reportaron que una niña que vivía en dicha casa hogar tenía moretones en el brazo y los glúteos, por lo que esto llegó hasta la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).
“Declaración de la menor de 14 de mayo de 2009, en la que manifestó que la madre la golpeó con un palo de palma pero que no había hecho nada (la menor refirió que no pudo hacer unas sumas), la niña indicó que la golpeó aproximadamente tres veces en el brazo del lado izquierdo y muchas veces en sus nalgas”, dice el expediente.
Pese a esto, el lugar continuó operando y recibiendo a más niños durante ocho años más.
Sumado a ello, en el expediente están documentados algunos extractos de las entrevistas con al menos 25 niños, quienes narraban los abusos de los que fueron víctimas o testigos.
Entre los abusos estaba los castigos cada que cometían alguna falta, por lo que eran golpeados con palos en las nalgas, además, eran encerrados en un cuarto oscuro durante una semana, en donde apenas los alimentaban.
Incluso está el caso de una niña a la que le quemaron las manos por haberse robado una plastilina de la escuela.
Según el informe, dicha casa hogar se construyó con el objetivo de “recibir a niños y niñas desamparados para brindarles la oportunidad de desarrollarse en un ambiente familiar, dándoles una educación integral, que va desde el apoyo moral, psicológico, espiritual y educativo para forjar buenos cristianos y ciudadanos, para que se integren a la sociedad”.
Otra de las irregularidades era que el lugar no contaba con los permisos necesarios de Protección Civil, ni la autorización de autoridades municipales ni estatales. Esto, a pesar de que había más de 100 niños viviendo en el lugar.
En junio de 2016, como parte de las investigaciones, se le solicitó al sacerdote Pedro Gutiérrez Farías información sobre las autorizaciones con las que debería de contar.
Sin embargo, sólo confirmaron que no contaban con la copia del certificado de registro y funcionamiento expedido por el Consejo Estatal de Asistencia Social y sus Respectivas Renovaciones y ni siquiera sabía que debía tenerlo.
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