Por Fernando Ortiz C.
Hace una semana, fuimos testigos de otra tragedia producto del terrorismo en la ciudad francesa de Niza. Titulares corrían alrededor del mundo mostrando a las víctimas de dicho atentado. Una vez más el mundo se dio cuenta que existen vidas que pueden atiborrar los encabezados de los periódicos de cualquier país, mientras otros seres humanos son olvidados a su suerte.
Hace unos días, algunos supimos de la existencia de Abdalá Aisa, un niño al parecer palestino, el cual fue acusado por miembros del grupo rebelde financiado por Estados Unidos, Nuredin al Zinki, de ser un militante de las brigadas palestinas pro sirias de Al Quds. El destino de Aisa, la muerte por decapitación.
Más allá del trágico destino de Abdalá Aisa es momento de reflexionar la situación tan difícil y caótica que vive Siria, pero más aún el escenario en el que han de estar viviendo los palestinos, producto de la invasión sionista israelí, como para tener más esperanzas en refugiarse en un país azotado por conflictos y milicias terroristas.
El mundo calla en Gaza, mientras llora a las víctimas europeas, ya sea en: París, Bruselas o ahora en Niza. Por qué quedar sin voz ante las atrocidades que día a día comete el gobierno genocida de Israel en contra de los palestinos.
Es hora de hablar de Palestina, esa tierra invadida en 1948, un país puesto y solapado a las anchas de Europa y de los países triunfantes de la Segunda Guerra Mundial, bajo el pretexto de que el pueblo judío merecía una tierra donde no fueran perseguidos.
De víctimas de las brutalidades que padecieron bajo el III Reich, se convirtieron en los verdugos de los palestinos, apoderándose de territorios que pertenecían a otras naciones como la península del Sinaí a Egipto o los Altos del Golán a Siria, conquistas que logró siempre bajo el consentimiento de los países imperialistas que ahora no entienden los porqués del odio hacia sus pueblos.
La Nakba (النكبة) la catástrofe, el Holocausto palestino (aunque nunca ha querido ser reconocido como tal) sesenta y ocho años donde miles de palestinos han muerto y algunos otros, con algo de suerte han dejado su tierra por miedo a la destrucción. Familias como la de Abdalá Aisa, que ante la inminente aniquilación llevada a cabo por el pueblo de Israel en contra de Palestina, decidieron salir de ahí, adentrándose en tierras sirias, donde el pequeño niño encontró un fatal destino, el cual parece es el destino de la población palestina.
La limpieza étnica en la Franja de Gaza es brutal, demoliciones de la noche a la mañana de barrios enteros sin importar quién esté dentro de sus hogares. Cada día aparecen nombres como los de: Jawaher Abu Rahma, Dena Amur, Muhamad Saleh Muhamad al-Arja y muchos más, que engrosan la lista de las víctimas del exterminio que sucede en esa zona de conflicto.
Bombardeos contra la población civil, detenciones a niños por parte de las Fuerzas israelíes; torturas, maltratos, interrogatorios, golpes, son parte del día a día que tienen que enfrentar niños y jóvenes en tierras palestinas. Datos aportados por Europa Press señalan que más de cuatrocientos niños actualmente se encuentran detenidos en cárceles en Israel.
Esto es el terrorismo en Medio Oriente, terrorismo que se silencia, del que no sequiere hablar, del que se prefiere ignorar. Pocos líderes alrededor del mundo se atreven a denunciar las crueldades de las que son víctimas los palestinos. Uno de los pocos que ha denunciado y tomó acciones frente a esto fue el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien en el año 2014 anunció que su Gobierno implantaría un visado a los ciudadanos de Israel tras considerar que se trata de un "Estado terrorista" por sus ataques contra los palestinos en Gaza.
¡Basta ya! De la opresión, de ser cómplices de las injusticias perpetradas contra el pueblo palestino, Palestina tiene derecho a existir y no a desaparecer. La Asamblea General de las Naciones Unidas se ha convertido en un espectador más del imperio de terror de la nación sionista, y peor aún ha perdido presencia y ha tomado endebles decisiones de las cuales el gobierno israelí se mofa o simplemente hace caso omiso de ellas.
Se calcula que desde el inicio del conflicto, Palestina ha perdido más del setenta por ciento de su territorio, esto sin contar los miles de muertos y desplazados que ha generado el inmenso conflicto. Acaso ¿esto no es terrorismo?
¿Cómo llamarle a los actos donde niños mueren entre los escombros de lo que fuera su hogar? Inocentes que son víctimas del terrorismo legitimado a través de un gobierno. No podemos olvidar aquella cruel noticia, donde Alí Dawabsheh, un bebé de tan solo dieciocho meses fue quemado vivo por radicales judíos que prendieron fuego a su casa. Eso es terrorismo, tan atroz y brutal como el sucedido en París, Bruselas, Niza o cualquier lugar de Europa, esa mediático continente.
El mundo calla en Gaza y Ramala, son las víctimas olvidadas de un conflicto provocado por quienes ahora comienzan a ser víctimas de sus ansias de poder, de quienes colonizaron el mundo saqueando recursos y empobreciendo a los habitantes de sus colonias; ahora son ellos quienes están recolectando el odio de ser condescendientes ante las suplicas de quienes día a día han vivido en la cotidianidad del terror y del miedo.
Es así como hoy, Abdalá Aisa se convierte en un mártir más de una causa por la que no luchó y por la cual se le condenó y murió a manos de hombres que mediante financiamiento de país como Estados Unidos tienen el poder de tomar una supuesta justica entre sus manos y degollar a un niño que solo buscaba junto a su familia refugio para escapar del infierno en el que han convertido a Palestina.
Cierro este artículo con un pensamiento de Kamil Nasir que dice: “Mi país es un puñado de refugiados. Es la historia del sufrimiento de un colectivo que aguantó el hambre. Es la historia de un pueblo que fue engañado, que fue arrojado en los laberintos de los años. Pero ellos desafiaron y aguantaron desnudos y unidos, encendieron, desde los campos de refugiados, la revolución del regreso desde el mundo de la oscuridad”.
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