El “boom” del fracking en México puede estar más cerca de lo que se piensa. Numerosos pozos son perforados ya en México, dice hoy un análisis del portal estadounidense especializado en energía OilPrice y firmado por Michael McDonald, doctor en finanzas.
De hecho, de acuerdo con la información dada a conocer, Coahuila, Nuevo León, Puebla, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz ya están desarrollando fracking. Los estados que más pozos tienen ya en funcionamiento son Veracruz, con 349, y Puebla, 233. Le sigue Nuevo León con 182 y luego el resto.
Como era de esperarse, dice OilPrice, dado el estado de los precios del petróleo y los recursos que México tiene a su disposición, hasta el momento el fracking aparece concentrado en el gas natural, en lugar del crudo.
De acuerdo con datos de la organización no gubernamental Cartocrítica, el fracking se está expandiendo en silencio en México, de forma no regulada y envuelto en la opacidad.
La organización asegura que al menos 924 pozos han sido perforados en seis de los 32 estados del país, incluyendo 349 de ellos en Veracruz.
Pero en 2010, el estudio “Proyecto Petróleo Terciario del Golfo. Recomendaciones y primera revisión”, realizado por la Secretaría de Energía (SENER) y la Comisión Nacional de Hidrocarburos situaron el número de pozos perforados mediante la técnica de fracking en mil 323 tan sólo en Veracruz y el estado de Puebla.
En el estado nororiental de Tamaulipas se han perforado 100 pozos, de acuerdo con Ruth Roux, director del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT). Además, se encontró que los agricultores que han cedidos terrenos para fracking, no sabían nada acerca de la técnica o de sus efectos.
De acuerdo con datos de la Alianza Mexicana contra el fracking el petróleo y gas natural que se encuentran atrapados en los poros de formaciones rocosas poco permeables denominadas lutitas bituminosas situadas en el subsuelo. Suelen encontrase a profundidades de entre mil y cinco mil metros.
Debido a la baja permeabilidad de las lutitas, la extracción de los hidrocarburos requiere la utilización de la fracturación hidráulica o fracking. Esta técnica parte de la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales en la lutita, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones.
A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros. Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, la fracturación hidráulica conlleva la ocupación de vastas extensiones de territorio.
Cada pozo requiere de nueve a 29 millones de litros de agua. El ritmo de explotación anual de 9 mil nuevos pozos en Estados Unidos que se pretende exportar a México supondría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo doméstico (100lts/pers/día) de entre 1.8 y 7.2 millones de personas en un año.
Ello acarreará la disminución de la cantidad de agua disponible, lo que pondría en peligro los ecosistemas y la realización del derecho humano al agua y a la alimentación en estados como Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, regiones donde esta actividad ya se está realizando, la disponibilidad de agua es limitada al tratarse de regiones con alto estrés hídrico (donde la demanda es mayor a la disponibilidad).
Además, el fracking utiliza 750 sustancias químicas diferentes-entre ellos sustancias de gran toxicidad como el metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno-los cuales son perjudiciales para la salud y el medio ambiente, de acuerdo con las organizaciones ambientales y académicos en los Estados Unidos.
El agua de desecho conocida como agua de retorno no sólo contiene los químicos y la arena que originalmente se introdujeron, sino también metales pesados, hidrocarburos e incluso materiales radioactivos, como el radón, que se encuentran en el subsuelo.
A la fecha, no existe tratamiento efectivo para la misma, dejando el agua inutilizable para otros usos y fuera del ciclo hidrológico. Para su manejo se busca aislarla e inyectarla en pozos letrina, pero no es una solución ya que se ha comprobado que estos pozos filtran y se han contaminado acuíferos enteros (ejemplo: California, Estados Unidos).
Los expertos señalan que al menos 25 por ciento de las sustancias utilizadas en las distintas mezclas de perforación pueden causar cáncer y mutaciones, 37 por ciento afectar al sistema endocrino, 40 por ciento provocar alergias y 50 por ciento dañar el sistema nervioso. Los pozos de agua potable que abastecen a la población situados en cercanías de las zonas donde se aplica la fracturación hidráulica tienen altos niveles de metano y sustancias cancerígenas y neurotóxicas.
Por otro lado, la población que habita cerca de los pozos tiene 66 por ciento de probabilidad de padecer cáncer asociado a la contaminación atmosférica. Igualmente, la toxicidad y los riesgos de accidentes asociados a esta actividad repercute en la salud y la vida de las y los trabajadores de la industria.
Debido al deterioro ambiental que provoca, la explotación del gas de lutitas es incompatible con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo. A ello se suma el deterioro de la infraestructura carretera por el impacto de los 250 viajes diarios por pozo de camiones de gran tonelaje, así como la proliferación de sismos que se ha vinculado al efecto que tienen los pozos letrina en las placas tectónicas. Todo ello afecta calidad de vida, salud y tranquilidad de las poblaciones.
La Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA) puso a México en el sexto lugar en el mundo para extraer gas shale (o gas de esquisto, gas pizarra), técnicamente recuperable, por detrás de China, Argentina, Argelia, Estados Unidos y Canadá, con base en el análisis de 137 depósitos en 42 países.
La industria considera que el desarrollo del gas shale es estratégicamente necesaria para mantener los niveles de producción, que en abril se situó en 6.2 mil millones de pies cúbicos por día.
Por el año 2026, según las proyecciones de Pemex, el país estará produciendo 11 mil millones de pies cúbicos de gas, el 45 por ciento de los cuales provienen de los depósitos no convencionales. Pemex ha identificado cinco cuencas ricas en gas shale en 11 estados.
El problema es que la mayoría de la población desconoce el tema, no sabe lo que es el fracking y existe poca preocupación por el tema porque todavía no es visible, debido a que falta mucha información al respecto.
México es un país que ha generado un gran interés entre las empresas de energía y los inversores, indica el análisis. “Ahora, como vecino del sur de los Estados Unidos se mueve para dar un nuevo impulso a su industria energética, los avances tecnológicos estadounidenses parecen estar moviéndose hacia el sur”.
“El punto importante es que el uso de la tecnología a gran escala sugiere una nueva oportunidad para los inversores”, afirma el análisis.
El fracking requiere un conjunto muy especializado de habilidades y un gasto de capital consistentemente significativo, dadas las tasas de declive sustancial en esos pozos.
Esto, combinado con las nuevas necesidades de infraestructura, crea algunas posibilidades interesantes para las ganancias en las empresas en el espacio, señala el portal especializado OilPrice.
Sin embargo, el fracking en México es un tema muy controvertido, al igual que la reforma del sector energético. La escasez de agua en México, por ejemplo, puede limitar la capacidad del país para participar en fracking a largo plazo.
En muchos aspectos, estos desafíos crean oportunidades para empresas como Halliburton y Schlumberger, las cuales tienen ventajas técnicas sobre los operadores más pequeños, señala el análisis de McDonald.
Del mismo modo las oportunidades para el fracking en alta mar en el Golfo de México, una hazaña tecnológicamente desafiante, ofrece también nuevas oportunidades de negocio para las grandes empresas de servicios.
La industria del petróleo y gas en México está dominado por el gigante estatal Petróleos Mexicanos, y mientras que el Estado puede renunciar a un cierto control sobre la industria, los inversores no deben esperar que el dominio de Pemex en el mercado vaya a “evaporarse” del día a la noche, asegura OilPrice.
Pemex parece estar muy interesado en oportunidades de fracking, pero con potenciales manifestaciones dadas las preocupaciones ambientales y la escasez de agua locales, la compañía está limitando su participación en este aspecto, indica el análisis.
“Además, los socios locales que entienden el país y que tienen influencia política, serán la clave para cualquier proyecto de inversión. Por esa razón, los principales administradores como HAL SLB son buenas opciones”.
Del mismo modo, Kansas City Southern (KSU) es una empresa que se encuentra muy bien posicionada para beneficiarse de una economía mexicana “mejorada”, sobre todo en el sector energético.
Los beneficios de los ferrocarriles que la empresa posee, más del aumento del comercio entre el norte y el sur, aunado a cualquier aumento de la producción petrolera mexicana, probablemente conducirá a una mayor movimiento de crudo a través de las vías ferroviarias.
Además, cualquier aumento dramático en la producción de gas natural como consecuencia del fracking probablemente daría lugar a necesidades de importación de infraestructura importantes para México, y una mayor producción de manufacturas en todo el país, asegura OilPrice en su análisis.
Blackrock, Goldman Sachs, y alternativas potenciales como Blackstone (BX) y Apolo (APO), pueden llegar a ser importantes inversores en grandes proyectos energéticos en todo el país durante los próximos años, asegura el portal especializado.
Con información de Sin Embargo
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