Hace 2 años comenzaron a llegar a Simojovel, Chiapas hombres de Corea, China y Taiwán para comprar piezas de ámbar rojo y amarillo, actualmente agotado en las minas de 25 millones de años de antigüedad. En la Pimienta, una comunidad tzotzil del municipio, trabajan 8 horas para extraerla.
Para llegar a la cabecera municipal hay que recorrer al menos 34 kilómetros de caminos en mal estado; sin embargo, los compradores lo hacen con tal de adquirir la apreciada resina. Sin embargo, la mayor de parte las veces son los indígenas quienes los recorren.
En 2013, los precios del ámbar rojo y amarillos fluctuaban entre los 20 y 30 pesos el gramo; hoy, se vende entre 115 y 500 pesos.
Los indígenas tzotziles también comercian con piezas de joyería; la mayoría de los compradores mexicanos se llevan sólo algunas piezas y por lo general, no más de medio kilo de ámbar. Los grandes compradores son los asiáticos, que una pieza que aquí les cuesta 500 pesos, la venden hasta en 10 mil en el mercado internacional.
Los artesanos que no son dueños de una mina se quejan del arribo de los asiáticos, pues consideran que las reservas de ámbar dorado y amarillo se agotaron en menos de dos años.
“Nosotros no podemos competir con los chinos, que se han llevado las mejores piezas y nosotros nos quedamos con el peor ámbar”
dice Marisela Santiz, una indígena de la localidad que trabaja la gema desde hace 20 años. Y asegura que ha escuchado que la exportación de ámbar a China, Corea y Taiwán les reditúa “Muy buenas ganancias”, ya que la gema en cualquiera de ésos países alcanza un precio superior a los 584 o 6000 pesos, que es lo que vale el gramo de oro de 24 quilates.
La presencia de los comerciantes asiáticos afectó también a los pobladores de San Cristóbal de las Casas, que son los que suministran joyería a las tiendas de ésa ciudad. Los más de 1200 artesanos aseguran que desde hace dos años subsisten en la actividad con piezas de ámbar negro y manchado, que tras pulirlo y montarlo en joyería de plata, les representa pocas ganancias.
Con todo, la cantidad de asiáticos que acuden a la localidad ha disminuido, pues de acuerdo a Moisés Vázquez, un local, de una veintena que llegaban antes ahora sólo acuden 5, que viajan entre la Ciudad de México y Simojovel. Y es que los comerciantes ya tienen sus contactos en la localidad, quienes son los encargados de comprar la resina en forma de esferas para ser enviada al DF y de ahí, a Asia.
Éste fenómeno también provoco un aumento en el número de familias que se dedican a trabajar la resina y ahora hasta los niños han aprendido a limpiar y pulir la gema. Muchos son también los indígenas que se aventuran a buscar nuevas minas de la resina en los municipios de Huitipán y San Andrés Duraznal, porque en las minas de Pauchil Los Cocos y las que están cerca del arroyo, se ha agotado y hay que trabajar muchas horas para sacar una pieza.
Es por ello que los habitantes han han prohibido la entrada de “personas extrañas” que viajen en “vehículos sospechosos”, pues pueden ser sancionados con multas de hasta 5mil pesos. A principios de este año, en La Pimienta fueron detenidos y encarcelados por un día trabajadores de la empresa GIMSA, que buscaban riquezas en este suelo.
Ésta fiebre por el ámbar generó una nueva fiebre de hacer negocio, como la renta de minas hasta en seismil pesos, pero hay que trabajar más de 8 horas diarias, a más de 20 metros de profundidad, para extraer la resina. Con suerte, el inquilino llega a encontrar piezas valiosas; si no, deberá poner dinero de su bolsa para la renta.
Las antiguas formas de extracción también han cambiado, y en lugar de velas, se utilizan plantas de luz y bombas para extraer el agua acumulada en el fondo de las 20 minas que hay en el municipio.
A los mineros, al contrario que a los artesanos, todo éste les beneficia, porque a pesar del arduo trabajo, por una pieza de un kilo pueden ganar hasta 150mil pesos.. Sin embargo, la pobreza no ha disminuido, pues 93.2% de los pobladores la padecen.
El investigador del Museo de Ámbar Lilia Mijangos, explica que el aumento del precio de la gema de “calidad suprema”, como se le conoce al ámbar amarillo, despertó en los últimos años un torbellino similar al que trajo la fiebre del oro en California.
“Simojovel se ha convulsionado debido al desmesurado aumento del precio por gramo del ámbar natural o en bruto transformado en esferas calibradas. De nueva cuenta, el ámbar amarillo, coñac, verde y rojo ha sido causa de un derrame económico ipso facto, aumentando el PIB del estado sureño mexicano, que tanta falta le hace. Este suceso es digno de cuantificarse y estudiarse socioeconómicamente y desde varios puntos de vista, ya que ha cambiado la vida y costumbres de miles de familias ambareras”, puntualiza.
Con información de El Universal
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