Cientos de miles de norcoreanos desafiaron la nieve y el frío durante el funeral de Jong-il
La radio y televisión atribuyeron la fuerte nevada antes del recorrido fúnebre al “dolor del cielo”
Kim Jong-un, el heredero designado para ser líder de Corea del Norte, caminó junto al carrosa fúnebre que llevaba el cuerpo de su padre, Kim Jong-il, por las calles de Pyongyang abarrotadas de ciento de miles de norcoreanos que desafiaron la nieve y el frío un 28 de diciembre de 2011.
Detrás del señor Kim caminaron generales de la milicia y secretarios del Partido de los Trabajadores, así como un grupo de personas incondicionales quien fuera líder de Corea del Norte, Jong-il, así como de su padre, Kim Il-sung.
Entre el cortejo fúnebre se encontraban Jang Song-taek, tío de Jong-un, exvicepresidente de la Comisión de Defensa Nacional, así como el Ri Yong-ho, exdirigente del ejército norcoreano, éste último saltó a la fama cuando Kim Jong-il comenzó a preparar a su hijo como su heredero.
A Ri se le consideró un importante partidario de Jong-un en el Ejército Popular de Corea, cuyo apoyo fue crucial para su consolidación en el poder.
En aquél entonces un experto de Corea del Norte de la Universidad de Corea en Seúl mencionó que la presencia de Song-taek y Yonh-ho en el funeral de Jong-il, indicaba que ellos fueron los ayudantes más cercanos que tenía el “querido líder”.
Filas ordenadas de soldados con uniformes verde oliva estuvieron de pie, sin sombreros e inclinados, frente al mausoleo de Kumsusan, donde el cuerpo de Kim Jong-il permaneció desde que se anunció su muerte el 19 de diciembre de 2011.
Cuando el cortejo fúnebre se detuvo ante los soldados al comienzo de una procesión de 25 millas, éstos dieron su último saludo y una banda militar tocó el himno nacional.
A través de la televisora estatal fueron transmitidas imágenes de norcoreanos invadidos de dolor, soldados fueron captados golpeando su pecho, agitando las manos, pisoteando y gritando “Padre, padre”, mientras una limusina paseaba un gran retrato de Kin Jong-il sonriente.
Entre las multitudes, la intensidad del dolor parecía variar entre los que estaban más lejos del camino, quienes se mostraron menos conmocionados.
El funeral de Jong-il duró cerca de tres horas, a través de la radio y televisión instaron a los norcoreanos a apoyar a la familia con sus vidas, incluso atribuyeron la fuerte nevada antes del funeral al “dolor del cielo”, compartió The New York Times.
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