En los dos primeros años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto han sido asesinados ocho sacerdotes y dos más están en calidad de desaparecidos, por lo que “este sexenio podría ser más violento” que el de Felipe Calderón, sostiene la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en su reporte de 2014 sobre violencia contra sacerdotes.
Elaborado por el Centro Católico Multimedial (CCM) –instancia especializada en medios y dependiente del Episcopado–, el informe también proporciona cifras y estadísticas sobre el número de curas que han sufrido amenazas de muerte y extorsiones, así como las entidades del país más peligrosas para ejercer el ministerio sacerdotal.
Titulado El riesgo de ser sacerdote en México, el reporte afirma categórico: “La tendencia de atentados contra sacerdotes sigue al alza: se registra un aumento de 100% al cierre de 2014, comparado con el segundo año de gestión del sexenio pasado”.
Y señala al estado de Guerrero como la entidad más peligrosa; en los últimos meses fueron asesinados en esa entidad tres curas: John Ssenyando, José Ascensión Acuña y Gregorio López.
Respecto del índice de secuestros de sacerdotes, éste ha aumentado en 300% respecto del mismo periodo del sexenio de Calderón.
También “siguen al alza” las “amenazas de muerte” que están padeciendo los sacerdotes, ya que de 2012 a la fecha se tienen documentadas 520 amenazas, por lo que éstas tuvieron un incremento de 221%, apunta.
Las entidades donde se ha dado el mayor número de amenazas de muerte –ya sea a través de misivas o de llamadas telefónicas– son: Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Veracruz, Distrito Federal, Morelos y Aguascalientes.
Los “intentos de extorsión” contra sacerdotes también están a la orden del día, pues tan solo este 2014 se contabilizaron mil 520 casos, principalmente en Morelos, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y San Luis Potosí.
Estas cifras –prosigue el informe— siguen colocando a México “como el país latinoamericano más peligroso para ejercer el ministerio sacerdotal”.
Aquí los curas “son cada vez más vulnerables a la creciente ola de agresión, asesinatos y desapariciones forzadas, puesto que las autoridades les brindan poca o nula protección contra atentados, sobre todo en las zonas de alto riesgo donde prolifera la inseguridad y operan los grupos del crimen organizado”.
A tal grado ha llegado esta peligrosa situación, dice el reporte, que la vida de un sacerdote ya tiene precio: 300 mil pesos.
El informe es dado a conocer a pocos días de que el Papa Francisco lamentara públicamente el asesinato del padre Gregorio López, ocurrido la semana pasada en la diócesis de Ciudad Altamirano, Guerrero.
Este es el caso más reciente de un sacerdote asesinado. Y son crímenes que, por cierto, quedan en la más completa impunidad, dado que las autoridades ni siquiera han podido identificar a los asesinos.
Tomado de Proceso
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