El propósito de esta forma de asalto es que las víctimas cooperen de manera voluntaria
Este tipo de atracos son muy recurrentes en diversas rutas del transporte público
Durante el 2017 se recibieron tres mil 240 denuncias de robos en transportes públicos, de los cuales mil 680 ocurrieron en el metro, un promedio diario de 4.6 asaltos, así lo dio a conocer la estadística de incidencia delictiva en la Ciudad de México.
El reporte, elaborado por la Dirección General de Política y Estadística Criminal, de la Procuraduría General de Justicia capitalina, detalló que los robos en el transporte público con violencia fueron 769, con un promedio de 2.1 por día, y en el interior del metro ocurrieron 136.
Estos últimos a través de una forma muy común y poco consciente para la víctima: el asalto psicológico, en los cuales los presuntos delincuentes se dirigen a los pasajeros con un discurso intimidante, “en la forma de pedir está el dar, acabamos de salir del Reclusorio, por eso nadie nos quiere dar trabajo”.
El anterior discurso es empleado con el propósito de que las víctimas cooperen de manera voluntaria con algo de dinero a los solicitantes, quienes son generalmente dos o tres sujetos que abordan las diversas unidades de transporte público.
De acuerdo con testimonios de algunas víctimas de este tipo de atracos, no es extraño que en algunos tramos largos entre estaciones del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro algunos hombres, que en ocasiones portan armas, soliciten dicha contribución a los usuarios, quienes por temor acceden.
Sin embargo, esta forma de extorsión no es exclusiva del STC, de hecho es muy común que algunas de numerosas rutas de los microbuses que circulan por las calles de la Ciudad de México sean abordadas por sujetos que piden cooperación voluntaria. Tan solo el año pasado se observaron 633 con violencia y 97 sin violencia; sin embargo, dichas cifras corresponden sólo a los delitos que sí fueron denunciados.
La psicóloga Susana de Hoyos explicó que una de las reacciones al miedo es la sumisión, en la que las personas al sentirse amenazadas, ceden a las peticiones de alguien que consideran que les puede hacer daño y evitan el contacto visual con los agresores.
Esto evidencia por qué muchas personas, ante el miedo de ser asaltadas o lastimadas, deciden voluntariamente hacer las aportaciones que quienes “salieron del Reclusorio solicitan amablemente”, comportamientos que no están contemplados como delitos pero que ocurren todos los días.
Con información de Excelsior
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