Es muy difícil escribir sobre Andrés Manuel López Obrador. Casi cualquier periodista sabe que se debe teclear con pinzas. Sus seguidores son duros; sienten que a toda costa les asiste la razón y, como él, se vuelven fieras con la crítica. Vi en Twitter cómo atacaron a Julio Hernández López, por ejemplo, porque dudó que sean democráticos los métodos de selección de líderes (y eventuales candidatos) dentro de Morena. El mismo ex candidato presidencial echó a andar a sus partidarios cuando comentó que el columnista “siempre ha sido opositor a nosotros y partidario del ‘todos son iguales’, promovido por los conservadores de ahora”. De un plumazo lo mandó a la extrema derecha y ahora es uno más entre los enemigos de las causas que él representa y son, insiste, las del pueblo de México.
Se necesitaría algo más que este texto para escudriñar la posición tan complicada de López Obrador frente a la prensa. Varias veces he dicho por escrito que calificar a todos los medios de espurios o vendidos es injusto y deje usted eso: es poco razonado. Habla de “dos o tres” cuando quiere diferenciar a “los buenos” de todos los demás. Algunas veces ha particularizado, descalificando a los “dueños de la prensa” y no “a los trabajadores”, y en ese cedazo pone a los empleados como simples marionetas. También es cierto que muchos medios han alimentado su posición: las encuestas de 2012 dieron a AMLO aparentes razones (sí: las encuestas fueron una mierda) para fundar su posición frente a los medios. Sin embargo, el político de Tabasco no ha abandonado jamás su castigo generalizado… que desata furias que son, la mayoría de las veces, irracionales. Un amigo monero se atrevió hace poco a cuestionar los métodos de los maestros de izquierda (apoyados por López Obrador), y después de una vida de buscar equilibrios, de opinar en sus cartones con responsabilidad, alguien lo acusó de ser “una de las hijas de Peña”. Ese “alguien” es alguien cercano a AMLO.
El PRD es impresentable, honestamente, como fuerza política. No quiero generalizar, porque dentro de ese partido hay gente responsable y de trayectoria ejemplar; personas con décadas de lucha. Pero visto como un todo, y analizando a sus líderes, el partido parece caminar hacia el despeñadero. Su acercamiento con el PRI es injustificable; su romance con el gobierno federal sólo tiene una explicación, y es la peor de todas: la corrupción moral. Imagínense que René Bejarano, ese corruptazo, no destaca entre los más cuestionados; al contrario: ahora opina, impone, toma decisiones y se mueve como pez en el agua. El PRD es impresentable y no se ve por dónde respira: se está hinchando, hinchando, hinchando como perro muerto.
En ese contexto del PRD es que se forma Morena. Pues yo creo es que AMLO debería actuar con más responsabilidad que nadie si realmente quiere plantearse como una opción. Tiene que mostrar, con hechos, que hay nobleza y no solamente decirlo. Se queja de que este país no es democrático, pero cuando le cuestionan los métodos de selección de líderes y candidatos se enciende y lanza descalificaciones. ¿Por qué no le explica a Julio Hernández, en vez de lanzarlo al basurero, cómo son los métodos de selección en su partido? Porque no es Julio Hernández, ojo: Muchos reporteros suelen comentar que las asambleas de Morena son a puerta cerrada porque, con el pretexto de que todos los periodistas somos corruptos y servimos al poder, no se les ofrece ni un dato, mucho menos presenciarlas. Si el pueblo es sabio, como suele decir AMLO, ¿por qué no dejarlo escoger libremente a sus representantes dentro de su organización? ¿Por qué no dejan que se ventile con transparencia lo que sucede dentro de Morena? AMLO se queja de que los medios, todos, reciben órdenes de Los Pinos. Y si así fuera, ¿cuál es la diferencia entre esa imposición (de Los Pinos) y la que se hace de líderes y candidatos dentro de Morena? ¿Por qué no lo explica, en vez que alentar una andanada de ataques contra un periodista? Y conste: ni siquiera conozco a Julio Hernández. Nunca he hablado con él, ni nos hemos carteado o mandado un solo DM en Twitter.
No creo que Morena pueda construirse a punta de madrazos y descalificaciones; de posiciones radicales donde tooodos son malos, menos los santos que dirigen esa fuerza de izquierda. No creo que se justifique que AMLO llene de descrédito a los que no piensan como él o lo cuestionan por razones claras: si desde hace tiempo se dice que él se hizo de un partido para ser líder supremo, ¿por qué se empeña en confirmarlo?
Morena se construye una imagen de partido del Talibán mientras que el PRD se salió de registro: ahora es más una fuerza aliada de los poderosos, que negocia en lo oscurito y se toma la foto con los que eran “los enemigos de las causas de la gente”. Bonita la cosa.
Enrique Peña Nieto llegará seguramente a las elecciones federales intermedias, como era de suponerse, con gran parte de sus promesas de campaña sin cumplir. Los muertos se acumulan y la economía no responde. Pero el PAN está hecho pedazos por dentro y casi por donde se le pique, le sale la pus de la corrupción. Del PRD ya dije y Morena, así como se ve, es opción para quienes quieran rendir su libertad y su pensamiento a su máximo líder. ¿Qué nos queda a los ciudadanos? Poco.
Yo creo que se vienen malas jornadas electorales. Los partidos están hechos pedazos, llenos de gente de moral muy por debajo de cualquier medida. Este panorama alentará la abstención. Y la abstención, ya lo sabemos, beneficia al voto corporativo y acarreado. Estamos en el mundo ideal del PRI: estas descomposiciones son las que le dan carro completo.
Como dije, es muy difícil escribir sobre AMLO. Quizás ya me volví enemigo del pueblo de México, pero tenía que decir lo que pienso. Y ni modo: luego me da por pensar, y por escribir lo que pienso. Ahora sí, vengan los madrazos…
Por: Alejandro Páez Varela
@paezvarela
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