Él forma parte del 61.1 por ciento de los jóvenes que tienen trabajos informales
Dejó la prepa a los 16 años para comenzar a trabajar. Desde esa edad, no ha vuelto a las aulas porque dice que es mejor sacar dinero
Por Juventino Montelongo
Alfredo Reséndiz tiene 24 años de edad y se dedica a trabajar como franelero en un mercado de la colonia Narvarte, de la Ciudad de México, de 10 de la mañana a 5 de la tarde. En este lugar sus papás tienen un local de comida corrida, en donde comenzó a trabajar desde niño.
Además de sus padres, viven con sus tres hermanas en la delegación Iztapalapa. Ellas son mayores que él, una le ayuda a sus padres en la fonda del mercado, otra más es estilista y otra trabaja de conserje en una escuela primaria. Sólo una de ellas, dice, sí acabó su carrera universitaria.
Él pone su propio horario
Asegura que él mismo es quien se pone el horario, ya que a veces llega más tarde y se va más temprano, además, si un día no quiere ir simplemente no llega y trata de reponer lo que no ganó ese día yendo un domingo.
En este sitio además de él, también trabaja uno de sus sobrinos, hijo de su hermana mayor, a quien le lleva un año.
Señala que en un principio sí disfrutaba mucho ir a la preparatoria, “pero también quise saber qué era ganar mi propio dinero y por eso abandoné mis estudios para poder trabajar, como a los 16 años”. Así, desde hace ya 8 años que no ha pisado un salón de clases.
¿En un día promedio cuánto llegas a ganar?
“Varía, en días malos he llegado a sacar 150 pesos, y en días buenos he llegado a sacar 200, 250 y así hasta 600 pesos en un sólo día”.
Si esto se compara con el salario mínimo, el cual apenas llega a los 80 pesos, Alfredo estaría sacando entre dos y un poco más de siete salarios mínimos todos los días.
Alfredo cuenta que antes de comenzar a trabajar de franelero en el mercado 24 de Agosto estaba trabajando como chofer de Uber, “lo que pasa es que la última vez que estuve trabajando tuve un accidente de tránsito, de ahí se mandó a arreglar el carro y según mi socio, tuvo problemas con el familiar que estaba pagando el carro, se pelearon y ya”, se quedó sin ese trabajo.
¿Has querido volver a estudiar?
“Intenté hacer la prepa abierta pero se me complicaba. Estudiaba un poco por la mañana pero al llegar aquí ya no sacaba mucho y tenía que pagar los exámenes”. Por ello, le dio preferencia a su trabajo.
“Si pudiera darle sólo a los estudios lo haría, pero ahorita sólo quiero trabajar”.
¿Qué carrera te hubiera gustado estudiar?
“Me llama la atención la gastronomía, o ser chef, aunque también la hotelería y el turismo”. Sin embargo, dice que no le gustaría quedarse con el local de sus papás, “cuando estaba chico sí les ayudaba, mesereaba, picaba verdura, lo que fuera. Salía a hacer mandados”.
“Hubo un tiempo en el que trabajé en una tortillería, después de ahí me vine para acá, estuve un buen rato, después me fui a Uber y ahora volví a estar acá”.
Pese a esto y a que su trabajo informal le da más dinero que a muchos mexicanos, dice que no tiene planeado quedarse a trabajar para siempre en este sitio.
“Tengo una conocida que me dijo que si no quería jalar a Cabify, que es como Uber, pero ahí sí se requiere ir más presentable, más formalidad”. Ese requisito, la formalidad, es lo que lo hace dudar de si se queda o no trabajando como franelero o comienza a buscar otra clase de empleo.
Aumenta el desempleo entre los jóvenes mexicanos
De acuerdo con un estudio del Inegi elaborado durante el primer trimestre de 2016, de los 37.9 millones de jóvenes que viven en México, quienes tienen entre 15 y 29 años de edad, el 61.1 por ciento cuenta con un trabajo informal, esto de un total de 37.9 millones de jóvenes, mientras que un millón 209 mil ni siquiera tiene un trabajo.
Sobresale que en particular los jóvenes de 20 a 29 años han sido los más afectados por el desempleo en más de una década, ya que desde 2005, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo citada por el Inegi, no había registrado la desocupación de 887 mil 282 personas, que al compararla con todos los que existen en México, representa el 41.5 por ciento.
Casi la mitad de todas las personas desempleadas en el país son jóvenes, quienes ante la falta de una ocupación formal que les deje algo de dinero, se decantan por el crimen organizado, el comercio informal, entre otras cosas al margen de la ley.
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