Por: Fernando Ortiz C.
Llegó el día que marcaba la fecha para salir a marchar; las legiones que clamaban por los niños; las familias vestidas de color blanco portaban globos rosados y azules para reforzar el mensaje de lucha por los niños y niñas. Familias, de esas que ellos han autodenominado natural, se arremolinaban alrededor de la glorieta Minerva, la cual mira hacia el poniente para custodiar a la ciudad, pero que ahora tendría que mirar hacia su propio centro porque ahí es donde se ha decidido comenzar con una marcha controversial.
La Minerva, esa diosa de la sabiduría también es la divinidad de la guerra, esta paradoja es la misma que acapara las miradas de los que ahí van llegando. ¿Esto es una lucha por la sabiduría, por el conocimiento? O es que se invocará la guerra teniendo a la diosa romana frente a sus ojos.
Los altavoces se encendieron y comenzaron a enfilar a sus guerreros, los gritos y cánticos que marcarían el recorrido sonaban para ser repetidos por aquellos que aún no se alistaban pero ahí estaban, quienes animaban y fortalecían el sentido que tenía la marcha, al puro ritmo de la emblemática canción de cielito lindo.
Es más fácil recomponer un canto popular para dar más enjundia a los que se congregaban: “Mamá y papá, quieren los niños”, decían en coro. Y ahí fue dónde empieza la primera pregunta que se cruzó por mi mente, ¿Dónde están esos niños que dicen defender? Posiblemente estén enclaustrados en un hospicio o en una casa hogar, pero ¿Tendrán ahí a mamá y papá para minimizar el hecho de estar a la espera de una familia? En fin, empezaba a entenderlo todo, aquí estaban los voceros de esos niños que ni conocen, esos niños sin rostro ni nombre, solo un estereotipo que les da el poder y la oportunidad de salir a las calles a defenderlos, ¿de quién son? era la pregunta.
Comencé a caminar sin rumbo fijo, solo necesitaba entender lo que estaba pasando, una señora se acerca a mí: “tenga joven”; un par de banderas de México que al reverso tenían la bandera y escudo de Jalisco; creo que comienzo a entenderlo todo, esto es una marcha civil, donde la bandera nacional sería quién liderará las convicciones de la multitud; esto entonces era ¿A favor de los niños o en contra del gobierno? Otra pregunta que parecía tendría una respuesta con verdades a medias.
Una joven con un paliacate amarrado al cuello se acerca para ofrecerme una playera blanca con el emblema de la marcha: “Gracias dije”, son cien pesos contestó con una sonrisa. Ahora lo entiendo todo, aprovechar el momento para uniformar al ejército que se formaba, saber quién está con la causa y ha cooperado con ella.
Mientras comenzaba a entenderlo todo, al mismo tiempo surgía una y otra pregunta. En ese momento por los altavoces se indicó que la marcha comenzaría, y por lo tanto se entonaría el himno nacional: “Mexicanos al grito de guerra”…entonces los que estamos aquí nos preparamos para una guerra, para una lucha social por los ideales de la nación. Mientras pensaba en ello la frase: “Por el dedo de Dios se escribió” se hizo sonar; frente a mí un vehículo de un canal televisivo cristiano. Entonces esta marcha es un fin civil, religioso, político, laico o una combinación, una “campechanada” al puro estilo mexicano, la duda estaba ahí.
No era, según algunos decían, una marcha religiosa pero las pancartas decían lo contrario: “Dios creo hombre y mujer”, decía una de ellas. Algunos otros hablaban en pro de la familia mientras portaban una pancarta, en la cual podía leerse: “Peña no seas heterofóbico, solo existe la familia heterosexual”. Otros más decían: “Quemen los libros de la SEP, a mis hijos los educo yo”. Ahora lo entiendo todo, una marcha donde cada quien podía armar su causa y expresarla, al cabo están en su derecho, se escuchaba.
La marcha comenzó, mientras yo capturaba la imagen de las murallas que están a los lados de la Minerva, las cuales dicen: “Justicia, Sabiduría y Fortaleza custodian a esta leal ciudad; a la Gloria de Guadalajara”. ¿Justicia? ¿Dónde está ese noble concepto que marcan el sello de nuestra ciudad?, ¿Dónde está la justicia para aquellos que son diferentes? Irónico que quien custodia nuestra ciudad sea una divinidad pagana y de ahí emane una marcha cristiana. ¿Dónde está la fortaleza de esta ciudad? que es débil para entender al otro y por lo tanto no hay otra forma, al parecer, que acudir a la diosa de la guerra, y olvidar sus dotes en las artes y sabiduría.
“No somos uno ni somos diez, mira gobierno cuéntanos bien”, se repetía sin cesar por un hombre que estaba convencido de sus ideales, por eso creo que no era un castigo para él llevar en todo lo alto un estandarte con la imagen de la Guadalupana.
Ahora lo entiendo todo, la causa civil y política se justifica y se legitima desde el discurso religioso, cuando sea luchar por el gobierno la virgen es un buen símbolo de unión, así nació nuestra nación, está más que comprobado y grabado en nuestra genética de mexicanidad el uso del estandarte de la virgen de Guadalupe como grito de liberación.
Y si la causa es política, no hay problema el estado “laico” la promueve y certifica, justificándola desde la parte de tradiciones y costumbres, como algo que ya es parte de nuestra sociedad. Por eso A mis hijos los educo yo, claro mientras no sea desde un espacio laico, donde se confunda y mezcle todo con todo, por eso los niños crecen en nuestro país sin una idea clara de la separación de Iglesia y Estado. ¿Por qué no hay clases en mi escuela papá y mamá? (es obvio que ningún niño preguntará a dos papás o dos mamás): Hijo no hay clases porque es día de la Virgen de Guadalupe, igual que no tienes clases en Navidad y Semana Santa; esa es la escuela laica y por tanto: “A mis hijos los educo yo, no tú gobierno que quieres destruir la infancia”.
Ahora lo entiendo todo, ya está tan destruida la sociedad que por eso no queda de otra que salir a las calles buscando un chivo expiatorio que cargue y sea el responsable de todas las atrocidades y del colapso de nuestra sociedad. Dos personas del mismo sexo es el inicio de la debacle social me dijo una señora que iba junto a mí en la marcha. ¿En verdad cree que lo homosexuales al casarse, echen abajo “todo lo que hemos construido como sociedad”? Sí claro respondió, añadiendo: “porque todos se harán homosexuales y ya no habrá infancia”. Me contuve en contestar: sí, ni habría niños en orfanatos pidiendo ser queridos y buscando amor, en cualquiera de sus versiones sin prejuicios y estereotipos solo buscando una posibilidad para ser parte de una sociedad que les dio la espalda y los dejó a la suerte, al destino de ser querido.
Me moví de ese lugar, ahora lo entiendo todo, solo es gritar y salir de blanco disfrazando la paz de miedo, y porque no decirlo, de odio encubierto de un ideal sabiendo que la familia es el núcleo social que da fuerza y soporta a nuestra sociedad.
Seguía en la macha y cada vez la entendía más, leyendo las pancartas que portaban orgullosos los integrantes del contingente: “A mis hijos los educo yo con ayuda de Dios”. ¿Qué dirá Dios al ver a sus voceros distorsionado su palabra? Otra pregunta al parecer sin respuesta para mí.
Ahora lo entiendo todo, una lucha social es lo que se está gestando, los niños son el botín para lograr los objetivos de aquellos que aquí en Guadalajara iban hasta el frente de la marcha, conocidos políticos que buscan sacar su tajada a costa de los que atrás de ellos creían en la marcha como una forma de trasformar la sociedad, u otros que creen que el color de su vestimenta era símbolo de pureza. Muchos de ellos con la total confianza en la sabiduría de quienes los dirigen.
Ahora lo entiendo todo, la polarización social para tener una sociedad separada no solo en quienes ven en la pareja heterosexual como la única forma de familia, sino de aquellos que apoyan esa familia dicen no ser homofóbicos, mientras a su lado marchaban otras personas que añadían en sus consignas que tampoco los homosexuales deberían de adoptar, aunado a otros grupos que dicen que ni existe alguna razón para aceptarlos.
Un grupo dividido en subgrupos que en cualquier momento se pueden enfrentar porque unos optarán por seguir ideologías que terminarán por separarlos. Los matices de la sociedad ideal, la cual buscamos desde aquel grito de independencia, donde se fanatiza el final de los tiempos hasta un relativismo donde se torna en Babel, cada quien hablando su propia lengua.
Ahora lo entiendo todo, a mis hijos los educo yo, por eso no aprendemos que una sociedad dividida es más controlable. Casualidad o causalidad es la cuestión, en el momento que el gobierno se tambalea, la sociedad dividiéndose en decirle al otro hacia qué lado tiene que mirar y con qué ojos tiene que hacerlo.
Ahora lo entiendo todo, esto es solo la punta del iceberg; ahora tenemos una sociedad que solo tiene ojos para la sexualidad, que decide si ese concepto se abre o se cierra, una sociedad que aboga por insultar una confesión religiosa o una postura sexual; hemos llegado a esto y cada uno de nosotros tomando partido odiando al otro.
Por fin llegué al fin de la marcha, al son de la negra la alegría por el camino triunfal del recorrido se hacía sentir en los participantes. Mientras miraba alrededor detrás de unos árboles unos jóvenes que portaban dos pancartas trataban de que sus mensajes hicieran reflexionar por lo menos a uno de los manifestantes; una de ellas decía: “Familia es amor” con una imagen de dos mujeres tomadas de las manos. La otra expresaba: “tu Dios no promueve el odio”.
No quedaba más que dar la vuelta y regresar, no había más qué entender, ahora todo tenía sentido. Unos tomándose la atribución de voceros de Dios, otros enfrascados en una lucha por la educación de sus hijos. Más y más convencidos de que la familia natural es una, con algunas versiones que se pueden permitir, pero nunca la homosexual eso es una aberración. Aberración es abandonar a un niño y negarle la oportunidad de una familia.
“Esta marcha es por nuestros niños”, tenga joven, un rosario para que lo rece en casa, me dijo un señor. Tomé el rosario y mientras recorría el camino por el que había pasado la marcha me pregunté: si uno de esos niños por los que ahora gritan y se manifiestan fuera homosexual, ¿qué pasaría? ¿Sería una limitante para que una pareja heterosexual lo rechazara, sería una limitación y no se estaría marchando por ese niño?
El sol se escondía, el firmamento se tornaba más oscuro, como una señal del oscurantismo de nuestra sociedad, una realidad de la cual, la custodia de la Perla de Occidente, la diosa de la sabiduría y la guerra, Minerva, no puede defendernos. Caminé hacia un nuevo destino, ahora lo entiendo todo, marcho en la soledad y con las preguntas que no obtuvieron respuesta.
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