Los internautas enviaban mensajes subidos de tono pese a saber que se trataba de una menor
Los menores que navegan en Internet se enfrentan a muchos riesgos, uno de ellos es el acoso por parte de pedófilos.
Para descubrir la manera en la que operan los abusadores de menores, Qudsiyah Shah, una activista de 20 años de edad, se hizo pasar por una menor de 14 para conocer los riesgos a los que este se enfrentan los niños en la red.
De acuerdo con una publicación de la BBC, los resultados le parecieron perturbadores, pues a pesar de que Shah es una mujer adulta, las personas que la contactaban creían que ella era una adolescente, por lo que recibir mensajes de contenido sexual tan fuerte le resultó aterrador.
La mujer decidió vestir un uniforme escolar y colocar varios videos en las aplicaciones en streaming Periscope, Live.me y Omegle.
“Mi primera reacción fue de confusión. Al principio es agradable tener toda esa atención y corazones (que envían los usuarios cuando les gusta un video), pero se volvió todo muy oscuro muy rápidamente”, dice la activista.
En Live.me recibió varios mensajes provocativos. Comenzó a leer comentarios de otros internautas que le pedían que se quitara la ropa. En algunos de ellos, le invitaban a ver contenido de chicos “si era madura”.
En Omegle, un sitio web especializado en videochat, también recibió comentarios inapropiados a pesar de usar la “sección moderada”, pensada para menores de 18 años. Algunos hombres se ofrecieron a enseñarle sus genitales a través de la aplicación.
“Es horrible; nadie debería estar expuesto a ese tipo de contenido”, dice Shah.
La activista destaca que este tipo de herramientas de retransmisión en vivo han despertado las alertas sobre los riesgos que implican para los menores de edad y la facilidad con la que los abusadores pueden ponerse en contacto con sus víctimas potenciales.
Angus Crawford, corresponsal de la BBC que estuvo 9 meses investigando este tema, asegura que “en una aplicación de streaming en vivo, cuya edad media de uso son 17 años, vi cómo un usuario le pedía a una niña de 9 que se quitara la ropa en su primer video”.
“También me encontré con otra niña de la misma edad. Cerca de 1.000 personas estaban mirando su video. Las peticiones y comentarios eran demasiado desagradables para escribirlo aquí”, continúa Crawford.
La BBC compartió sus hallazgos con la policía y la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (NSPCC, por sus siglas en inglés), en Reino Unido.
“También envié una lista de usuarios que publicaron comentarios ofensivos”, añade Crawford, “pero la mayoría son anónimos y probablemente imposibles de rastrear”.
Ante los riesgos a los que los menores están expuestos, se pide a los padres estar alerta pues la facilidad con la que los niños y adolescentes pueden acceder a estos recursos tecnológicos potencializan los riesgos.
Algunas aplicaciones son muy fáciles de descargar y su uso es bastante sencillo, y la gran mayoría permiten a los jóvenes transmitir en directo a todo el mundo desde cualquier parte: la escuela, el patio del recreo o su propio dormitorio.
“Es fácil ver por qué a los niños les gustan estas aplicaciones: son inmediatas, parecen divertidas y muchos idealizan a los vloggers (videoblogueros) que hacen la misma cosa”, comenta Crawford.
Asegura que los filtros de privacidad no son del todo efectivos, ya que o no son muy estrictos o bien son fáciles de engañar.
“El crecimiento de estas aplicaciones plantea una seria pregunta para la industria tecnológica: cuando creas una app que permite que niños publiquen videos desde sus dormitorios, ¿es realmente posible mantenerlos a salvo?”.
Sé parte de la conversación