La muerte del niño que conmocionó al mundo hace un año “no cambió nada”
Dos tercios de los menores refugiados viven en condiciones precarias y a veces sufren violaciones y abusos antes de llegar a Europa
Hace más de un año la fotografía de un niño sirio de tres años que yacía boca abajo en el Mar Mediterráneo recorrió el mundo entero. La organización Save The Children lamentó: la muerte de Aylan Kurdi, que conmocionó al mundo hace justo un año “no cambió nada”.
Aylan era una víctima mortal de la migración forzada que empuja a miles de refugiados y migrantes hacia Europa en embarcaciones precarias, en donde corren infinidad de peligros. Pero hacen esto porque no tienen otra forma de cruzar según han denunciado ellos mismos y las organizaciones humanitarias.
Las palabras de condolencia hacia el menor se repitieron entre los representantes europeos y nacionales. Después, el discurso europeo cambió en cuestión de meses, del llanto por Aylan al “no vengan a Europa”.
A bordo del bote hinchable hacia Italia, nueve de cada diez niños viajan solos, alertó Unicef. Antes de llegar a su destino la mayoría pasan por Libia, donde muchos sufren violaciones, torturas y abusos sexuales, según la organización.
Después de eso, los pequeños que logran arribar a Europa son recibidos con un trato diferente según sea el color de su pasaporte.
“Las condiciones de alojamiento siguen siendo muy precarias: solo un tercio de estos niños está en los centros de refugiados más formales”, afirmó Sara Collantes, especialista en Políticas de Infancia de Unicef España. Los otros dos tercios quedan fuera del sistema educativo y de recibir servicios básicos dignos.
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