Mientras que en otros países un presidente puede perder el cargo, en México se disculpan -si lo llegan a hacer- cuando les da la gana.
En los últimos años, varios presidentes han sido señalados por actos de corrupción y la mayoría de ellos tuvieron que renunciar, pero el caso mexicano es muy diferente, pues parece que aquí no pasa nada.
En septiembre de 2015, Otto Pérez Molina renunció como presidente de Guatemala tras un escándalo de corrupción y posteriormente fue encarcelado. Su dimisión hizo que miles de personas salieran a las calles a festejar.
Actualmente continúa en prisión.
En abril de este año, el primer ministro islandés, Sigmundur David Gunnlaugsson, renunció después del escándalo generado por las revelaciones de “Los Papeles de Panamá”, que llevaron a miles de personas a protestar en las calles, pues se le involucraba con paraísos fiscales.
Un mes después, en Brasil se aprobó el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff y aunque muchos lo calificaron como un golpe de Estado, lo cierto es que tuvo que dejar el poder.
Mientras esto pasaba, en México se ha hablado del conflicto de interés entre Grupo Higa y el presidente Enrique Peña Nieto tras revelarse que la familia del mandatario tenía una ‘Casa Blanca’, y aunque el escándalo se elevó a niveles internacionales, tuvieron que pasar casi dos años para que el priista pidiera perdón, solamente.
Fuente: La Jornada y BBC
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