Empecemos por una obviedad: las primeras y principales afectadas por la cultura machista, y por las múltiples formas que adopta la violencia contra las mujeres son, precisamente, las mujeres.
Lo que no resulta tan obvio, porque la misma cultura machista se encarga de ocultarlo, de negarlo, es que quienes ejercen el machismo sufren también consecuencias y desarrollan, a la postre, una vida de dificultades y, en muchos aspectos, infeliz.
“El machismo genera diversas consecuencias en la vida de las personas que lo ejercen”, dice Roberto Garda, director de Hombres por la Equidad, una asociación civil que atiende a hombres que buscan resolver sus problemas de violencia.
“Entre ellas: no logran entablar relaciones sanas y satisfactorias, van sumando divorcios, pierden la confianza y la comunicación con sus hijos e hijas, pierden oportunidades profesionales y laborales por no poder congeniar o por agredir a mujeres que son sus pares, sus subordinadas o sus superiores jerárquicos”.
Hombres por la Equidad AC ha desarrollado una tabla de habilidades que, a través de terapias y talleres, buscan incentivar en sus pacientes, orientadas todas a que los hombres agresivos logren identificar cuándo están a punto de cometer una agresión, para prevenirla y, por esta vía, erradicar estas prácticas en su vida cotidiana.
Continúa leyendo en Animal Político
Sé parte de la conversación