“Me la pelan”.
–Raúl Libien, febrero de 2016. Obras selectas.
Muchas veces he pensado –y lo digo sin el menor afán de discriminar o humillar o difamar– que los patrones de Virgilio Andrade lo escogieron chistoso y chaparrito por razones específicas. En lo personal, la gente chistosa (me vieran con estas greñas, Dios) y chaparrita (yo lo soy) no me parece menor, en lo absoluto, y defiendo (me defiendo) el derecho de serlo. Pero, como me decía una compañera periodista, la política es teatro y todo cuenta. Aurelio Nuño es un muñequito como lo era Enrique Peña Nieto: prendan cualquier noticiero de televisión y no tardará en aparecer, tan guapo y siempre rodeado de desvalidos, listo para una campaña del PRI. La política es teatro e imagen, me decía la colega, y en ese sentido coincidimos en que ese chaparrito, que tiene como función “auditar” o “limitar” a dependencias federales que concentran enormes porciones de poder, no es chaparrito porque sí, sino por algo.
Yo creo que es para que tenga que ver de abajo hacia arriba y que en público se sepa quién manda y quién es el mandado. Los tolucos no se equivocan en imagen, no señor; son maestros en eso. No digo tonterías y si digo, explíquenme, ¿cómo fue que nos encajaron a un bombón-te-quiero-en-el-colchón si no es considerando esas variables de imagen?
De abajo para arriba. Así que vea Virgilio Andrade. Y él agrega otras virtudes: es tan sonriente, es siempre tan solícito. Le toma la mano a Peña y no se la quiere soltar; se la tomó (vi un video la semana pasada) a Aurelio Nuño y parecía que quería besársela. Eso vi. No invento cuentos por inventarlos. La política es espectáculo y ese hombre es un ejemplo en carne de lo que es en la vida pública: un subordinado. Y lo escogieron para que físicamente pareciera tal, supongo. No quiero ser ofensivo. Ofrezco una disculpa pública en este momento si parece que quiero disminuirlo o discriminarlo por su apariencia.
Creo, sin embargo, que mi amiga tiene razón y a ese hombre lo escogieron como es para que se vea como lo que realmente es.
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Cada semana hay un nuevo escándalo de posible abuso y posible corrupción y no pasa nada. Y son “posibles” porque nadie los investiga. Brincan casos locales, de alcaldes hijos de la tiznada o de secretarios y gobernadores. Hay muchos a nivel federal.
El tema es que cuando no son policías que desaparecen jóvenes en Veracruz, son funcionarios abusones que gastan –con cargo a todos nosotros– en caviar y champán cuando andan de viaje.
La última denuncia es contra Lorena Cruz Sánchez, titular del Instituto Nacional de las Mujeres, publicada por Proceso. Cito: “Una muestra: en noviembre de 2014 y agosto de 2015 Cruz Sánchez otorgó dos contratos por un monto de 833 mil 620 pesos para ‘servicios de asesoría y acompañamiento’. La beneficiaria de dichos contratos fue Martha Vianey Luque Inzunza, cirujana dentista por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Eso sí, tiene el mérito de ser suplente de la Senadora María Elena Barrera Tapia, electa en 2012 por el distrito de Toluca bajo la bandera del PVEM”.
La misma señora fue denunciada en SinEmbargo, tiempo atrás. Ella es quien evitó la Alerta de Violencia de Género en Edomex. La premiaron por su labor, haciéndola funcionaria federal. Humberto Padgett, el 10 de agosto pasado: “El Gobierno del Estado de México encabezado por Enrique Peña Nieto mintió para evitar la emisión de alerta de violencia de género en 2011. Funcionarios estatales dirigidos por Lorena Cruz Sánchez, hoy presidenta del Inmujeres, ofrecieron cifras falsas de la situación de homicidios dolosos sufridos por mujeres ante la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, órgano titulado por el Inmujeres. El Sistema Nacional está compuesto además por los institutos estatales de las mujeres e instancias federales, entre estas la Secretarías de Gobernación, de Relaciones Exteriores, de Salud y la PGR, en ese momento bajo la responsabilidad del gobierno panista de Felipe Calderón. Es decir, la alerta que hoy avala Cruz Sánchez es la misma que hace cinco años se negó a que siquiera se analizara. Y para esto se apoyó en el voto de los estados priistas. ‘[…] En el Estado de México no estamos ocultando las cifras. Se podrían ocultar, se podrían maquillar muchísimas cosas, pero no es así, son cifras que están a la vista de la gente, pero sobre todo el señor Procurador las dio a conocer, entonces, bueno, sobre esto se hace la investigación, pero básicamente nos vamos a eso’, argumentó Lorena Cruz”.
El resultado: cinco años retrasando la Alerta de Género y cinco años donde esta señora creció, como la espuma, a mejores posiciones en las que, de acuerdo con la nueva denuncia, puede hacer básicamente lo que quiera.
Como decía, cada semana hay un nuevo escándalo de posible abuso y posible corrupción. El penúltimo involucra justamente la oficina de Virgilio Andrade. Reuters dio a conocer que funcionarios federales de la Secretaría de la Función Pública gastaron en lujos (y ¡sin control alguno!) con cargo a usted y a mí.
Y ayer nos desayunamos con la actualización de uno de los casos más vergonzosos para nosotros, los mexicanos. El diario español El País dio a conocer que el Gobierno de Peña no solamente utilizó las herramientas a disposición del Poder Ejecutivo, como la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE): también echó mano del hermano de un funcionario del Poder Judicial para salvar a Humberto Moreira de la justicia española.
Así los días que corren en este país.
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Ellos no me impresionan. La “casa blanca” del Presidente de México es sólo una probadita, la punta del iceberg –especulo– que salió a flote porque fueron desaseados. Pero imaginen lo que realmente habrá más abajo; en el mismo expediente de Peña Nieto y hacia abajo. Apenas nos enteramos de algunas cosas. Si no graban a OHL no sabríamos nada de los acuerdos con medio gabinete; si el equipo de Carmen Aristegui no descubre la “casa blanca” tendrían ya dos o tres más.
Pero ellos, insisto, no me impresionan. Son como son. Es un “me la pelas” extendido de cabo a rabo. Y es cierto, porque sí se las pelamos: de Humberto Moreira a Raúl Libién, propietario del grupo de comunicación Miled; de Lorena Cruz Sánchez a Luis Videgaray; de David Korenfeld al prófugo Óscar Fernández Luque (el defraudador ex dirigente del PRI y ex funcionario del Estado de México) y a quien ustedes digan y manden: Rubén Moreira, Carlos Romero Deschamps, César Duarte, Javier Duarte, Roberto Borge, Rafael Moreno Valle, Pedro Aspe, Carlos Salinas. Y muchos más. La lista es infinita.
Ellos no me impresionan: sí, básicamente se las pelamos. Hacen lo que quieren y ya, ¿cuál es el pedo, como se dice coloquialmente?
Los que me impresionan, somos todos nosotros.
Les permitimos hasta la burla de Virgilio Andrade, que es otra manera de pelárselas doble porque ponen de Secretario de la Función Pública a un monigote para decir, simplemente, que se las pelamos oficialmente.
Ellos no me impresionan, sino nosotros: este 2016, ya verán, el PRI ganará casi todo. Y en 2018, a pesar del desastre de la economía y la cantidad de abusos y corruptelas, me temo que volverán a ganar.
Sí, sí se las pelamos. Y ya. Y no es resignación. Es lo que es, ni más ni menos. Ojalá estuviéramos hechos de otra materia. Ojalá pudiera decir que este pueblo “ya está harto y un día de estos”, bla, bla. Eso somos, mexicanos. Y no veo cómo, cuándo y por qué habríamos de cambiar.
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