La violencia en sus comunidades de origen y el deseo de brindar una mejor calidad de vida a sus hijas e hijos, motiva a que miles de mujeres de las entidades más pobres de México y Centroamérica (CA) viajen embarazadas hacia Estados Unidos sin importar los riesgos para su salud y seguridad.
“Gloria” tiene 30 años de edad; con un embarazo de cinco meses, espera gemelos y está en Tijuana, Baja California (BC). En tres días intentará subir los cerros fronterizos por los que cruzará hacia EU.
Hace un mes ella salió junto con su pareja de Michoacán, su estado natal, luego de que una organización criminal los extorsionara, acabara con su negocio y robara sus únicos bienes.
La pareja que cruzó medio territorio nacional en el tren de carga conocido como “La Bestia” y después a pie para llegar a Tijuana aseguró a Daniel Bribiescas, abogado del refugio Casa Madre Assunta, en BC, que frente a las amenazas y la violencia de los extorsionadores –que ya cobró la vida de otras parejas jóvenes– no tuvieron otra alternativa que emigrar.
Ahora su esperanza es que cuando sus hijos nazcan tengan la posibilidad de conocer otro tipo de sociedad.
Otro caso es el de “Laura”, joven de 23 años originaria de Jalisco y con un embarazo de tres meses. En cuanto supo de la gestación decidió emigrar a EU para que la que será su tercera hija o hijo nazca en el país del norte.
“Laura” también quiere reunirse con sus otros dos hijos que desde su nacimiento fueron entregados a su tío –quien actualmente radica en EU–, para que tuvieran la nacionalidad estadounidense y mayores oportunidades de progreso.
Tras dos intentos infructuosos por cruzar la frontera y de que durante el último su pareja fuera detenida por las autoridades migratorias, en dos días “Laura” volverá a intentarlo para conseguir un empleo y tener mejores ingresos con los que pueda demostrar a su familia que tiene la posibilidad de cuidar a sus hijos.
Como a ellas, el albergue Casa Madre Assunta en Tijuana recibe cada mes de una a dos mujeres en condición de gravidez que planean cruzar de manera irregular la frontera norte. La mayoría de ellas son mexicanas y provienen de los estados de Michoacán, Guerrero y Oaxaca.
Cada vez más casos
Daniel Bribiescas afirmó que desde 2012 el número de mujeres migrantes en esa condición que llega al albergue está aumentado casi al doble, ya que en años anteriores ni siquiera tuvieron conocimiento de casos similares.
De acuerdo con el abogado, las mujeres que recibe el albergue presentan embarazos entre uno y ocho meses de gestación, y generalmente viajan acompañadas de su pareja o de algún hermano que pueda hacer frente a las eventuales complicaciones de salud.
La mayoría de ellas dice que huye de la violencia de sus comunidades ante la amenaza de ser extorsionadas, secuestradas o incluso asesinadas, pero también ante la imposibilidad de tener un patrimonio para recibir a su descendencia en un entorno seguro y de oportunidades.
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