Las mujeres participaron en películas sexuales sin saber serían distribuidas en Internet
Les hicieron creer que se distribuirían en DVD y solo a clientes privados
El sitio pornográfico GirlsDoPorn, con sede en San Diego, California, EU, deberá pagar a 22 mujeres una indemnización colectiva de 12.7 millones de dólares, luego de que ganaron una demanda por fraude.
De acuerdo con las demandantes, los propietarios de la productora, Michael James Pratt, de 36 años, y Matthew Isaac Wolfe, de 37 años; y el actor porno Rubén André García, de 31, las convencieron mediante engaños a grabar películas sexuales explícitas sin saber que las imágenes serían publicadas en el sitio web.
Tras una larga investigación, se encontró que individuos y empresas afiliadas operaron como una sola identidad, por lo que el juez declaró a todos como responsables.
La demanda alegaba que las víctimas fueron engañadas, ya que se les aseguró que las películas se distribuirían en DVD y solo a clientes privados en el extranjero.
Es por ello que recibieron 9.45 millones de dólares colectivamente de indemnización compensatoria y 3.3 millones de dólares en indemnizaciones punitivas, informó RT.
Los dueños del sitio no solo deberán eliminar los videos en los que participaron las mujeres, sino que también deberán removerlos de otras páginas en los que permitieron publicar clips, anuncios o películas completas.
Además, el juez obligó a los propietarios de la página web a publicar los anuncios de contratación, que los videos grabados sean distribuidos por la Red y proporcionar copias del acuerdo legal con antelación y solicitar el permiso a las mujeres para poder usar sus nombres o información legal.
Los abogados defensores intentaron librar a sus clientes de cualquier responsabilidad argumentando que las mujeres tenían más de 18 años, sabían lo que estaban haciendo y que aceptaron el pago e incluso en algunos casos volvieron para realizar más videos.
No obstante, algunas de las víctimas relataron que los acusados les dieron alcohol o marihuana para luego obligarlas a firmar los derechos sobre las imágenes.
Asimismo confesaron que aunque aceptaron ser grabadas, la publicidad fue lo que arruinó sus vidas y carreras.
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