(01 de julio, 2014).- Es innegable que la mejor inversión a realizar de una nación es activando la educación, bien lo dijo el Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman: “si tuviera que escoger una reforma estructural para que México avance hacia un mayor crecimiento económico, sería la educativa”, y el gobierno de Enrique Peña Nieto lo sabe; pero lo sabe al revés, es por eso que ha decido aumentar el rescate financiero al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) con 500 millones de pesos extras a los 5 mil millones acordados el pasado 21 de noviembre, con el fin de cubrir deudas de particulares adquiridas con motivo de préstamos personales.
De ahí, 150 millones de activos serán utilizados para difundir “los beneficios y compromisos de la Ley General del Servicio Profesional Docente”; como dato interesante, en 2013, la Secretaría de Educación Pública (SEP) pactó con el gobierno federal 200 millones de pesos para los mismos fines.
En tanto, el gasto por alumno en Campeche es de 32 mil pesos anuales, y en Chiapas se destinan menos de 15 mil pesos por el mismo concepto; pero si se es uno de los tres de cada cinco niños indígenas que llegan a la secundaria, notará a futuro que la mala inversión en la educación, podrá lograr que únicamente 6 por ciento de la población indígena llegue a la universidad y un selecto 21 por ciento de niños no indígenas accederá también a la educación superior.
El plan de rescate se centra en una estrategia de mercado que reduzca el pago mensual de los miles de maestros que se encuentran endeudados por adquirir créditos de nómina, una especie retorcida de “te presto para me pagues lo que ya me debías”. Fue en noviembre del 2013 cuando el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, presentó su propuesta de reforma financiera, donde aseguraba que el rescate a maestros se establecería a través de un fideicomiso en el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi) –no por medio de subsidios o recortes–, donde los agremiados podrán sustituir sus actuales créditos por otros con tasas más baratas y de largo plazo, para evitar el sobreendeudamiento de los trabajadores de la educación.
La principal dicotomía entre el discurso y la realidad mexicana, radica en la disparidad de las cuatro de cada seis escuelas que cuentan con drenaje; los 57 mil 567 planteles que no tienen acceso a agua corriente; el 15.58 por ciento que no cuenta con electricidad; los libros de texto gratuitos con 117 errores ortográficos; los 56 millones de niños que continuarán en 2015 sin acceso a educación básica; en comparación con el 90 por ciento presupuestal que se dirige al pago de salarios, lo cual, convierte al SNTE en el sindicato con el gasto de nómina más alto de la OCDE.
Parece que el SNTE ha olvidado su compromiso básico con la educación, ya que ha mantenido por años una férrea defensa de sus propias prácticas corporativas e intereses, distando de actuar frente a la sociedad mexicana teniendo como prioridad la práctica educativa y en consecuencia el deterioro de la misma, pero este corporativismo no se detiene ahí, con un gremio calculado en más de 1.4 millones de sindicalizados maniatados a un partido político, el SNTE lo único que ha logrado ofrecerle a los mexicanos es futuro incierto y generaciones de niños que se les ha enseñado a competir entre sí, pero haciendo trampa, tal como los 79 maestros que saliendo de la Normal, necesitaron hacer trampa para pasar un examen de primaria.
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