La montañista ha padecido 4 infartos cerebrales, tiene un marcapasos y fibrilación auricular
Actualmente, Ávila se dedica a impartir conferencias motivacionales y publicó un libro llamado Triunfar al extremo
El pasado 5 de mayo se cumplieron 20 años de que la montañista Elsa Ávila conquistó la cima del Everest, convirtiéndose en la primera mexicana en lograro.
Actualmente la mujer, de 55 años de edad, ha padecido cuatro infartos cerebrales menores, tiene un marcapasos y fibrilación auricular.
Pese a esta condición, Ávila no se rinde y aprovecha su experiencia en las montañas para motivar a otros en las conferencias que imparte.
“Ahora doy conferencias motivacionales en empresas y comparto la experiencia. No sólo lo cuento a deportistas, sino a la gente en común para valorar la vida y luchar por conseguir sus metas. Soñar metas y prepararse para alcanzarlas”.
Los problemas físicos de la montañista iniciaron en 1989, cuando intentó ascender por primera vez al Everest y se quedó a menos de 100 metros de la cumbre.
“Tuve problemas de hipoxia (reducido suministro de oxígeno al cerebro). En ese momento no lo piensas, pues estás en riesgo de morir. La lucha por la sobrevivencia. Te das cuenta que estás a punto de no regresar y valoras tu vida. Fue un festejo de regreso a la vida, más allá de querer subir a la cima”.
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Los médicos le han señalado que sus actuales padecimientos pueden ser consecuencia del trabajo que realizó como alpinista.
“Aprendí a apreciar cada instante de mi vida. En el primer intento al Everest me sentí frustrada de quedarme a 80 metros de la cima. Diez años después regresé y lo logré. Ahora me doy cuenta que hay que soñar las cosas, pero hay que prepararse por lograrlo”.
Ávila también escribió y publicó un libro llamado Triunfar al extremo, en que habla de sus múltiples expediciones y del aprendizaje que estas le dejaron.
“El triunfo para mí es estar viva y el extremo fue tocar casi la muerte en distintas ocasiones. Comparto diferentes expediciones y el aprendizaje en cada montaña. Cada persona tiene una montaña por alcanzar, saber sus riesgos y prepararse para el éxito”, expresó.
“No estoy hablando literalmente de subir al Everest, sino de los sueños de cada uno”, agregó en entrevista para Excélsior.
El ascenso de la mexicana también es recordado porque lo realizó bajo un estilo deportivo y no fue apoyada ni guiada por los sherpas, lo que conllevó un mayor grado de dificultad para Ávila y la consolidó como una de las mejores en el montañismo.
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