Daniela S. Valencia
Curiosas las contradicciones de la cultura del mexicano…Es “verdad de Perogrullo” la arraigada y muy viva religiosidad (para ser precisos, arraigado catolicismo) que tiene nuestra sociedad, “antes que mexicanos, somos guadalupanos”, al mismo tiempo que la laicidad del juarismo y sus subsecuentes Leyes de Reforma nos fueron enseñadas en las aulas como una de las más grandes herencias del primer centenario de nuestra nación.
La separación Iglesia-Estado como una victoria de los liberales del siglo XIX, y que a principios del XX tuvo su cruento capítulo con la Guerra Cristera y la mano mucho más dura de Calles al respecto.
Por eso que Fox siendo presidente besara el anillo papal, una alcaldesa “entregara” las llaves de su ciudad a Jesucristo y que Peña Nieto declare que el saldo blanco del paso del huracán Patricia se debe en mucho a la fe de los mexicanos y sus cadenas de rezos son notas que causan exaltaciones entre varios sectores de la opinión pública (y de la opinión tuitera mucho más).
A diferencia de EUA, donde es tradición que los discursos más importantes del presidente cierren con un “God bless América” (por supuesto sin faltar los de las pratióticas películas hollywoodenses) y sus billetes se impriman con un muy destacado “In God we trust” o de España, donde una parte nada despreciable (aún en crisis económica) de los impuestos de los ciudadanos se dan a la iglesia católica (aparte de la exención del IBI), un casamiento católico tiene validez civil y fuera reciente el anuncio del futuro candidato socialista a la jefatura de gobierno de su propuesta de quitar la materia de religión de las escuelas públicas (sí, actualmente está y es igual de evaluable para una beca que cualquier otra), en México vivimos en un “sí pero no”, la virgen morena y el hijo pródigo de Guelatao son poderosos símbolos de unidad nacional que conviven en el imaginario colectivo bajo un código difícil de entender de primeras para un extranjero.
No creo exagerado pensar como suicidio político aún en 2015 que un candidato se declarara abiertamente ateo, por el contrario, la visita de Andrés Manuel López Obrador este mes al Papa Francisco en el Vaticano y el mensaje que difundió a la prensa al respecto nos reitera el peso que se le da a la iglesia católica dentro de las estrategias de comunicación de quienes aspiran al poder.
Aquí el espectro derecha-izquierda queda todo cubierto por el manto de la fe que une a nuestra sociedad como cualquier partido político desearía para sí, pero una vez en el cargo, la vena juarista dicta recato y omitir declaraciones que atenten contra el Estado Laico que, nos explicaron los libros de texto gratuito, costó sangre al país (con la debida precisión de que los primeros 100 años después de su nacimiento, todo intento de orden tuvo altos costos tanto de sangre como económicos).
La misma contradicción hace que EPN pueda estar tranquilo de estar muy lejos de un escenario similar a otros donde sus declaraciones han demeritado de manera más incuestionable su imagen pública, porque lo que dijo respecto al poder de los rezos es lo que la mayoría de los mexicanos piensa, generando identificación, aunque “él no debería haberlo dicho”. Por eso insisto, interesante contradicción, ¿no creen?
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