ECATEPEC, MÉX. (Proceso).- Todas las mañanas, cuando los primeros pobladores abandonan sus casas rumbo al trabajo o la escuela, lo hacen seguros, saben que sus familiares y vecinos están alertas para acudir en su ayuda ante cualquier contingencia.
A diferencia de Michoacán, donde miles de ciudadanos se organizaron y decidieron tomar sus rifles de asalto y pistolas de grueso calibre para enfrentar al crimen organizado, aquí son comités vecinales, de barrio o del pueblo que de manera espontánea decidieron juntarse para defenderse de las bandas que les quitaron la tranquilidad a los pueblos y municipios mexiquenses en los últimos años.
A pesar de los anuncios espectaculares del gobierno federal sobre los operativos militares y policiacos en la entidad, la violencia, la inseguridad y la presencia de los grupos del crimen organizado no amainan desde 2013. Hoy, el Estado de México es considerado uno de los más violentos, junto con Guerrero, Chihuahua, Nuevo León y Jalisco, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).
Durante un recorrido, Proceso averiguó que son cuatro los grupos criminales que se disputan el territorio mexiquense: La Familia Michoacana, cuyos sicarios controlan las extorsiones, secuestros y el narcomenudeo en las zonas poniente, oriente y en Toluca; Los Caballeros Templarios, asentados en el sur, en los límites con Michoacán, así como Los Zetas y células del Cártel de Jalisco Nueva Generación, distribuidas en el Valle de México y Toluca.
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