En el Veracruz del priísta Javier Duarte no sólo se roban Frutsis y Gansitos. Además de ser una de las entidades más violentas del país, se ha caracterizado por los constantes ataques a periodistas.
Desde el inicio de su administración en 2010, al menos 17 comunicadores han sido asesinados, se han registrado más de doce ataques a medios informativos y cincuenta casos de agresiones de diversos tipos como el despojo de equipo, cámaras y hasta imágenes tomadas, detenciones y arrestos ilegales, amenazas y acoso, insultos y golpes, asaltos a casa habitación y robo de auto, campañas de descrédito, agresión con arma de fuego e irregularidades en procesos judiciales iniciadas contra un periodista.
El más reciente caso es el del fotoperiodista Rubén Espinosa, quien se dedicaba a cubrir temas sociales de Veracruz y desde hacía algunos meses, venía huyendo de la entidad a causa de las amenazas en su contra. Además, Nadia Vera, otra de las víctimas encontradas junto a él en la colonia Navarte en el Distrito Federal, había responsabilizado directamente a Duarte por cualquier cosa que le pudiera pasar, en una entrevista en vídeo filmada poco antes de su desaparición.
Es por ello que diversos activistas y movimientos sociales lo acusan de ser el autor de dichos homicidios en lo que se ha calificado como un régimen autoritario y “franquista”, a raíz de que el propio Duarte declarara su admiración por el dictador español Francisco Franco.
Con todo, Duarte defiende a capa y espada su política, asegurando que ha hecho todo lo posible por disminuir la violencia y proteger a los periodistas, incluso advertirles del peligro. El pasado 30 de junio, durante una comida con comunicadores, les lanzó una advertencia a todos ellos: cuídense, sabemos quiénes andan en malos pasos y están relacionados con el crimen organizado, lo que muchos interpretaron como una amenaza velada.
Y es que aunque Veracruz esté en medio de una crisis de represión a causa de la violencia, las declaraciones de su gobernador muchas veces rozan la imprudencia.
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