La llamada “fuga de cerebros” es una situación que va en aumento
En México, debido al modelo de desarrollo, los científicos optan por irse a Europa, Asia o Estados Unidos, donde encuentran mejores oportunidades laborales
La doctora Raquel Hurtado Ortiz es la encargada de la Colección Nacional de Cultivos de Microorganismos, un biobanco del Instituto Pasteur, en París, Francia; sin embargo, antes de llevar su talento al país europeo intentó desarrollar su investigación científica y académica en México, donde se enfrentó a pésimas condiciones laborales y a un salario de 90 pesos por clase.
La Doctora Hurado logró ser parte de la institución que se ha caracterizado por sus importantes descubrimientos en la medicina y las ciencias en general.
Incluso, ocho científicos de ese afamado instituto han ganado el Premio Nobel en Fisiología y Medicina.
Pero la historia de Raquel en México era otra.
En el país, la investigadora tuvo empleos donde le pagaban 90 pesos la hora, no le pagaban vacaciones, pues “no se trabajaba” y no contaba con ninguna prestación.
Desafortunadamente este no es el único caso; de 1990 a 2015, 1.2 millones de mexicanos altamente calificados o con estudios de posgrado decidieron dejar el país e irse a Estados Unidos, Alemania, Canadá, España, Francia, Reino Unido, Japón y otras 60 naciones que les ofrecieron oportunidades de desarrollo profesional, a diferencia de México.
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), citado por SinEmbargo, documentó que en 2017 la migración de talento mexicano es resultado de una problemática estructural, relacionada con el modelo de desarrollo del país.
Raquel Hurtado es Químico Bacteriólogo Parasitólogo, egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Estudió los cinco años que dura la carrera y tardó otro más en titularse. Decidió continuar sus estudios: hizo dos años de Maestría en Ciencias con especialidad en Inmunología, en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, y luego el Doctorado en Ciencias que también fue con especialidad en Inmunología.
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