Bandas originarias de China se han colado entre la población de Simojovel, en Chiapas, donde hace dos semanas murieron dos niños poco después de que fueran inyectados con una vacuna del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Los chinos, dice un amplio reportaje de El Mundo, compran ámbar a adultos y niños.
El año pasado, el Gobierno federal encontró que otras bandas de chinos tenían bajo su control el tráfico ilegal de acero proveniente de minas mexicanas en Michoacán. Ahora, parece, están en Chiapas por el ámbar.
El periodista Javier Brandoli narra en la edición de hoy de El Mundo: “El trabajo en la mina en Simojovel es junto a los escondidos y protegidos por los narcos cultivos de amapola y marihuana la fuente de riqueza de la comarca. ‘Pedro y Manuel trabajan en la peor parte de la cadena, son los mineros de segunda. Picamos las rocas de los terrones que tiran de la mina’, cuentan mientras no detienen sus brazos y martillos bajo un duro sol con sus pies sujetos en una colina de escombros. Ellos ganan 200 pesos al día por currar [trabajar] de lunes a viernes”.
Brandoli dice que lo que hacen es buscar entre los restos de “basura” de la piedra ya desechada por los mineros de primera, que en los casos muy afortunados pueden cobrar hasta 500 pesos diarios. “‘Hay todo tipo de arreglos económicos. Las minas en ocasiones las explota el dueño, otras la renta por meses y otras contrata a trabajadores a los que pueden pagar 150 pesos al día’, explica Claudia”.
“En las minas hay también trabajo infantil –agrega el periodista–, como el que le costó la vida al primo de Elías, de 14 años y estudiante de secundaria: ‘Había encontrado una pieza de 900 gramos que llevaba en las manos y salía sonriente cuando una piedra le aplastó’, nos relata su familiar. ‘Hay niños que con siete años ya trabajan en la mina en sus vacaciones. Yo empecé con nueve años’, dice. ‘Los niños hacen trabajos menos duros generalmente y son de familias muy desestructuradas. Las mujeres sólo trabajan en las minas cuando no consiguen casarse’, puntualiza Claudia”.
De acuerdo con el diario español, Antonio, un minero, explica: “Llegaron los chinos hace tres años y comenzaron a comprar el ámbar puro, el que no tiene manchas. Subieron los precios y empezó a haber más gente dispuesta a trabajar en las minas. Generalmente se trabaja cuatro horas pero ahora lo hacen hasta nueve porque consumen cocaína que en muchas ocasiones la pagan con el mismo ámbar que encuentran”.
Elías, un lugareño, explica: “[Los chinos] viven todos encerrados en el único hotel de Simojovel. No salen nunca, tienen sus intermediarios que son los que compran las mejores piezas y salen sólo a cenar a un restaurante chino que se acaba de abrir”.
El padre Marcelo, perseguido por las mafias establecidas en Chiapas, abunda: “El problema no lo han generado los chinos. Existía ya de antes”.
Agrega que ha rechazado la protección que le ha ofrecido la Policía Federal por tres razones: “Yo gozaría de una protección que el pueblo no tiene, no confío en la Policía, todas están compradas aquí por los narcos, y somos pacifistas, no quiero que nadie muera por mi culpa, prefiero morir yo”.
“Hemos hecho denuncias a nivel internacional para que alguien intervenga antes de que ocurra una gran desgracia. El Estado no hará nada hasta que no haya muertos. Todos saben lo que ocurre y nadie interviene. Estamos a tiempo de parar esto”.
Se desconoce si el Gobierno federal realiza alguna investigación sobre estas denuncias.
Tomada de Sin Embargo
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