Esto no es lo que escucho como periodista; esto es lo que oigo como ciudadano, por casualidad:
Estoy sentado en un restaurante con una amiga y a nuestra espalda, un abuelo (unos 78 años) le presenta a otros abuelos a su nieto. Trabaja en la Secretaría de Economía, el nieto. “Todo, todo se puede arreglar; se batalla más que antes pero se arregla”, dice el abuelo a los abuelos sobre el nieto. “Quería presentarlos con mi nieto desde hace tiempo. Trabaja en Economía”, dice.
La hermana de un amigo tiene un puesto bastante bien montado en la delegación Cuauhtémoc, en el DF. ¿Y cómo le hace?, pregunto, por lo de los permisos. Paga. Me explica que hay una cuota mensual y luego semanales de 200 y hasta de 800 pesos. Rotan a los inspectores o a los “gestores” pero siempre hay que pagar. Unos se encarecen, y otros, “los buena onda”, se van tranquilos.
Ahora estoy sentado en el café. Dos jóvenes gritan su hazaña. De esta conversación grabé tramos. Hablan de negocios de la basura en el DF y en Mérida. De millones y millones de pesos, de cómo evadir declaraciones de impuestos, de lo que hay que dar a las autoridades. Se extenderán a Puebla, dicen. Planean. Cuentan de cuotas, pagos, moches. Literal: el que no tranza no avanza. Lo dicen así, con otras palabras.
Escuche a la gente a su alrededor. El país de José López Portillo, sin más. Los jóvenes no lo recuerdan pero para eso están los libros: en esos años, los de López Portillo, la corrupción ofician nos ahogaba. Ahora también. Se paga por todo, se cobra por todo, se puede hacer de todo. Oiga a sus alrededores. (Es más: aproveche este foro y escriba en los comentarios todas las historias de corrupción que pueda. No terminamos nunca).
¿Sabe qué? Pues no es un tema de la administración pública. Lo es, claro, pero el fondo está en los partidos y en los políticos que salen de allí a corromper todo lo que tocan.
Véalos: en el PAN ha ganado Gustavo Madero, que era el menos peor; un encubridor de corruptos (a los que, claro, nadie investiga y ya fueron ratificados); un tibio, un conveniente aliado de sus aliados (aunque tengan el alma podrida) que dirigirá las riendas de un partido que alguna vez tuvo por lo menos congruencia de ideales. En el PRD lo mismo; esa fuerza política está en manos de negociadores tan hábiles que estiran la mano y esconden la cara: Jesús Zambrano y casi todos sus legisladores son –y es un ejemplo–, junto con Luis Videgaray, autores de la Reforma Fiscal que ahora hunde la economía y tiene a los pobres financiando el gasto público extraordinario. Del PRI… es el PRI. De sus satélites (Panal, Verde) hasta güeva me da escribir: son un quiste canceroso en la vida pública; están hechos de la misma materia de cañería que Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, el ex Niño Verde, etcétera. Gente sin vergüenza.
Y, claro, de la mediocridad y la corrupción de partidos –lógica simple– vienen los gobiernos mediocres y corruptos. La ineptitud de los partidos, su propia podredumbre y su falta de transparencia traen como consecuencia gobiernos ineptos, podridos, grises, negados a rendir cuentas. Como Madero y como Zambrano; como César Camacho, el del PRI.
El PRD está en manos de familias, ¿cómo podría decirle al Gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, que saque de la nómina a todos los miembros de su familia que cobran desde el primer día en que asumió el poder? Las posiciones más altas del PAN están en manos de una mafia que cobra “moches” para autorizar montos por obra pública: ¿con qué cara pueden exigirle a Rafael Moreno Valle que deje de usar dinero público en promocionar su imagen? Son ejemplos. Y el PRI… es el PRI.
La crisis de este país es política. Es una crisis de partidos y los gobiernos son un simple reflejo natural. Y además, no parece que estemos cerca de tocar fondo; no veo hacia adelante una solución a esta crisis moral. En el futuro inmediato se agregará Morena al juego de partidos, y mi pregunta es clara: ¿por qué habría de pensar que ese grupo político que depende de un hombre plantea una solución? Hasta por razones médicas, caray: si se infarta (nadie quiere eso, ni sus enemigos), ¿en manos de quién quedan los seguidores? ¿En manos de Martí Batres? ¿Entonces el futuro es Martí Batres? Pues híjole, híjole, qué gran futuro les espera. Síganle. Felicidades.
Los gobiernos no hacen pagar a los funcionarios corruptos. Los sindicatos siguen en manos de los mismos sangradores de obreros, enriquecidos con cuotas de los que sí trabajan. Los partidos son el refugio de los corruptos y de allí salen a dirigir gobiernos igual de corruptos. Estamos jodidos, pues.
Sólo tenemos un momento para castigarlos: el día de las elecciones. Y ya saben lo que es esa presunta “fiesta democrática”: acarreos, simulación, compra de votos, manipulación.
Y los que se dejan comprar, son los más jodidos y los más idiotas de esta historia. Son los que completan el círculo perfecto, y por nada: por tortas y refrescos; por promesas huecas y babas de caracol. Tenemos los gobiernos que tenemos porque tenemos los partidos que tenemos; y tenemos los partidos que tenemos por esa calidad de ciudadanos que somos. Así de simple.
El próximo año son las elecciones intermedias; luego, un rarito de grilla y después, en 2017, las internas de los partidos. Cuando menos pensemos, llegarán las elecciones de 2018. Y otra vez vendrán las tortas y los refrescos; las promesas huecas y las babas de caracol. Y una vez más, gobiernos corruptos, partidos corruptos y ciudadanos igualmente corruptos. Círculo perfecto. Qué cansado es este país, de veras. No me canso de decirlo. Qué cansado es.
*Esta columna refleja sólo el punto de vista de su autor
Por: Alejandro Páez Varela
@paezvarela
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