MÉXICO, D.F. (Proceso).- El derribo de un helicóptero del Ejército el viernes 1, en Jalisco, no impactó a un simple cuerpo militar que “realizaba reconocimientos”, como informó la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ese día. En la aeronave viajaba un Grupo de Fuerzas Especiales: una unidad de élite entre las unidades de élite. Se trataba de la agrupación conocida en el medio castrense como “el GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales) del Alto Mando”.
El Cártel de Jalisco Nueva Generación golpeó, pues, no sólo una aeronave militar, sino a lo más granado de las fuerzas especiales, es decir, a los soldados entrenados en las academias más prestigiosas del mundo, lo mejor de lo mejor de las Fuerzas Armadas, según jefes militares consultados por Proceso.
El GAFE del Alto Mando realiza las operaciones de enorme riesgo e impacto, mientras que otros cuerpos especiales o agrupamientos de las diferentes armas (caballería, infantería, artillería, etc.) prestan apoyo táctico en acciones coordinadas.
Esa unidad suele ser la encargada de capturar a los grandes capos del crimen organizado y tiene la capacidad para enfrentarse a escoltas que poseen un inmenso poder de fuego. Inclusive, en ocasiones ha sido enviada a detener a integrantes del Ejército que han cometido delitos pero que son queridos y apoyados por las tropas. Su fama es tal que cuando oficiales y jefes de otras fuerzas especiales hablan de ellos, lo hacen con una mezcla de miedo y admiración.
Pocos saben quiénes integran el grupo, y el Ejército jamás ha divulgado los operativos en los que participa.
El cuerpo no revelado
De acuerdo con las fuentes militares consultadas, el GAFE del Alto Mando sólo responde al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, es decir, al presidente de la República, así como al secretario de la Defensa y al comandante del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, el general Miguel Ángel Aguirre Lara.
Aguirre fue quien pronunció el discurso de homenaje a los militares que murieron en la Operación Jalisco. El acto se realizó en la explanada de la Fuerza Especial de Reacción, en el Campo Militar No. 1-A.
Hasta entonces, los comunicados de la Sedena no aludían a la condición de soldados de élite de los 18 elementos que iban en el helicóptero derribado. Fue precisamente en ese encuentro cuando Aguirre lo reveló, al dirigirse a Enrique Peña Nieto:
“Como comandante del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército y Fuerza Aérea, y en representación de quienes con honor y lealtad vestimos el uniforme de la República, agradecemos su presencia en esta ceremonia de homenaje a nuestros compañeros caídos.”
La formalidad de la ceremonia revela la significación del grupo afectado: Asistieron Peña Nieto y los 10 miembros de su gabinete, incluidos los secretarios de la Defensa y de Marina. El acto fue inaccesible para la prensa y ni siquiera se dejó entrar a personal de la logística presidencial. Tan cerrado fue el encuentro que ni siquiera le dieron acceso al Centro de Producción de Programas Informativos Oficiales (Cepropie), que documenta todas las actividades públicas del mandatario.
En los boletines y fotografías difundidos por Presidencia de la República la noche del miércoles 6 se evitó revelar la identidad de los caídos y sus allegados. Al contrario de lo que ocurre con todas las actividades militares oficiales, de las que se difunden imágenes sin alteración alguna, en las que distribuyeron alusivas al homenaje no se mostraron rostros de soldados ni de las familias en duelo. Los que aparecían se difuminaron.
Sé parte de la conversación