Por Karla Lara
Esta semana nos enteramos del destape de José Antonio Meade Kuribreña como precandidato presidencial por el PRI y de pronto, de entre los “menos peores” con cierta aceptación (reflejada en la realidad -irreal- de las redes sociales), pareciera de nuevo que los mexicanos tenemos memoria corta. Sí, el candidato es considerado uno de los políticos con la trayectoria más completa: es economista por el ITAM y abogado por la UNAM; tiene un doctorado en Yale en finanzas públicas y economía internacional y una experiencia de 20 años como servidor público, habiendo ocupado el cargo de Secretario de Estado en diversas ocasiones, perdemos de vista que estamos regresando a los tecnócratas preparados académicamente, que no solo han tapado la corrupción de manera sistemática en sus continuas gestiones, pero que además están dispuestos a sostener el peso de la herencia del partido si llegan a la presidencia.
“Mi único anhelo es servir a mi país”. Es la frase con la que José Antonio Meade anunció que se registrará como candidato para la presidencia del país en las elecciones del 2018, por el PRI, tras su renuncia como Secretario de Hacienda.
Y la historia se repite y ya no nos acordamos. La falta de análisis político, la falta de compromiso y de responsabilidad social nos lleva al resumen de que Meade no tiene una historia personal de corrupción, o de desfalco, pero se nos olvida que pertenece al mismo paquete, se nos olvida que como Secretario de Hacienda tuvo y tiene una responsabilidad de carácter federal no solo sobre su gestión, sino sobre el manejo de los recursos del erario de la Nación que tan desfalcado se ha visto en este sexenio.
Con una cara nueva sobre la cual hacer especulaciones, se nos olvida lo que el PRI como partido ha dado (o ha quitado) a nuestro país en estos años y meses recientes. Se nos olvida que el índice de violencia ha sido el mas alto de todos los años, recién en octubre y el corriente noviembre de 2017, la tasa de homicidios en el país ha rebasado cualquier cifra razonable (como si la muerte fuera algo aceptable cuando es a cargo de la violencia y de la impunidad). Se nos olvida su responsabilidad en las investigaciones abiertas contra Duarte, o el famoso caso de la Casa Blanca, o los casos de constructoras involucradas en los contratos de obra pública con desvíos de recursos injustificables… Se nos olvida que la designación viene del PRI y que Meade es parte de ese sistema.
La memoria corta de los mexicanos es el mejor recurso del Gobierno para distraernos con lo que sigue y olvidarnos de lo que pasa: olvidamos los feminicidios y nos volteamos a las próximas elecciones, nos olvidamos del próximo ya anunciado gasolinazo y nos concentramos en la carrera académica del candidato. Nos olvidamos de las cifras robadas en tantos estados por tantos y tantos funcionarios que representan al PRI y nos ilusionamos con las propuestas de un candidato que ha tapado esos desvíos, la ilusión óptica surte efectos porque tenemos memoria corta y memoria selectiva, ya no nos acordamos que si viene de ahí, representa lo mismo y aún y todo. De pronto pareciera que resulta ser el “menos peor”.
A pesar de nuestra memoria corta, son las mismas redes sociales las que nos recuerdan lo inolvidable: fotografías que nos traen a Meade de la mano de Duarte, recién comiendo con Osorio y estrechando manos también o siendo indiferente absoluto a un indigente en la calle. Ese es el candidato que hoy brilla para tantos, ese que retrató en agosto pasado un fotógrafo de la agencia Cuartoscuro en la que el entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se dirigía a una presentación de la aplicación Afore Móvil en el Museo Interactivo de la Economía. Hablamos de agosto de 2017 y ya se nos olvidó, es el candidato que asegura que “El país cuenta con el talento y las condiciones para que las familias tengan comida y educación, en donde haya justicia y oportunidades para todos”.
Estamos hablando de un candidato que se ha fotografiado y relacionado de manera cercana, no solo laboral pero personalmente con otros miembros de su partido involucrados en casos de corrupción, lavado de dinero, tráfico de influencias y crimen organizado. Es una pena inmensa que nuestras opciones se reduzcan al que no tiene antecedentes penales comprobables, aún cuando claramente es parte del tinglado.
No es tampoco que otros candidatos resulten atractivos o brillantes, o mas adecuados, es que atravesamos como país y como sociedad por un periodo de oscurantismo, en el que hemos olvidado el pan nuestro de cada día: la impunidad, la ingobernabilidad, la ausencia del estado de derecho, la falta de legalidad y de legitimidad.
Estamos cayendo en picada en las redes del olvido, estamos siendo engañados por nuestra memoria corta, es ahora que debemos cuestionarnos nuestra participación social y responsable, no desde el activismo de sillón, sino desde el ejercicio responsable de nuestra ciudadanía. México merece buenos gobernantes, impecables, capaces, experimentados, prometedores, pero para el país, para su economía, para su repunte financiero y social, no solo para el de un partido.
@KarlaDoula
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