La joven relató que durante el siniestro no tuvo miedo
“Siempre recuerdo lo que mi papá me dijo desde pequeña: Cuando la Torre se caiga es porque la Ciudad de México ya está destruida”
Alicia Cruz, de 25 años de edad, vivió el sismo del pasado 19 de septiembre en el piso 44, el último de la Torre Latinoamericana, cuando limpiaba la base de la antena del edificio construido en 1956.
Cruz trabaja en intendencia desde hace año y medio en dicha construcción y contó a El Universal que no sintió miedo pues tiene conocimiento de que “la Latino” cuenta con una base reforzada para soportarlos sismos.
“Fui la única trabajadora que se encontraba en el último piso. Estaba limpiando la parte de abajo de la antena y ahí se sintió más fuerte el temblor. Me puse abajo de la antena que es la zona segura. Sentí miedo, pensé que se iba a caer, pero recordé que la Latino es muy segura, por sus amortiguadores de concreto”, relató.
“Vi que la antena se movía muy fuerte, más fuerte de lo normal, porque ahí el movimiento se siente lo doble por la altura”, dijo mientras movía su dedo índice para señalar la forma en la cual se movió la antena. Sentí responsabilidad como trabajadora del edificio y les dije a los 10 visitantes que había en el último piso que se fueran abajo de la antena y ahí estuvimos hasta que pasó”, recordó.
Alicia aseguró que es una satisfacción trabajar en la Torre Latinoamericana y convivir a diario con turistas nacionales e internacionales, así como con sus compañeros de trabajo, quienes forman “un equipo muy profesional y que sabe cómo actuar ante situaciones inesperadas como temblores”.
Afirmó que el martes 19 de septiembre, cuando estaba en el último piso de ese edificio, lo recordará toda su vida “porque no cualquiera puede decir que estuvo a esa hora y en ese lugar en el tercer terremoto que soporta la Torre Latinoamericana”.
Sasil-Ha Loya, de 23 años, otra de las trabajadoras, estaba junto a la máquina de helados en el piso 43 al momento del movimiento telúrico, el cual provocó que la pesada máquina se moviera y bloqueara la salida. “Sentí como si hubiera pasado un camión, pero eso era imposible y cuando vi que se caían cosas, supe que era un temblor, mi primer terremoto en la torre”, comentó.
La trabajadora precisó que en cuanto notó que era un temblor puso en práctica sus conocimientos ante dichos siniestros.
“Tomé mi radio, un botiquín de primeros auxilios y una lámpara. Son herramientas que debemos tomar para apoyar si hay gente que necesita ayuda médica o si en las escaleras no hay luz. Sentí el primer jalón y quise ayudar a mis compañeros, pero una máquina de helados me impidió salir porque el temblor la movió de lugar, a pesar de que es muy pesada, pero otro hizo que se moviera y pude salir”, dijo.
La mujer detalló que desde ahí “me pude percatar de que algunos edificios habían caído, porque se veía mucho polvo en ciertas zonas. Ahí comprendí que sí había sido un temblor muy fuerte. Todos quedamos con susto, con miedo, pero siempre recuerdo lo que mi papá me dijo desde pequeña: Cuando la Torre se caiga es porque la Ciudad de México ya está destruida”.
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