Entre los distintos casos de abusos documentados por la CNDH están, por ejemplo, la práctica conocida en Las Cruces como “bienvenida”, que es una golpiza tumultuaria que propinan los custodios a todo reo que haya sido enviado a esta área de confinamiento.
Como parte de esta “bienvenida”, destaca la CNDH, los custodios de Islas Marías practicaron a un reo distintas torturas, tales como jalarlo y hacerlo pender de la nariz, golpes en brazos, pisotones en extremidades, azotes con una puerta, además de que le abrieron las piernas en compás, más allá de lo que su resistencia le permitía.
Además, se documentó el caso de otro reo aislado dentro de Las Cruces, y quien fue golpeado por dos custodios cuando descubrieron en su celda una oración cristiana que él mismo había inscrito en un espejo, misma que fue obligado a borrar con la lengua, mientras recibía patadas en las costillas.
Asimismo, se señala, los reos que están confinados en esta área son privados de agua para desechar el escusado, generando intencionalmente acumulación de heces dentro de las celdas, en las que deben dormir y comer, ya que sólo cuentan con cinco minutos fuera de ellas, para bañarse.
Estas condiciones de sometimiento inhumanas, sumadas a las deficientes acciones de prevención y vigilancia, destacó la CNDH, fueron el origen del motín suscitado en Islas Marías el pasado 2 de febrero de 2013, durante el cual los reos inconformes con la operación de Las Cruces se armaron con herramientas de construcción tomadas de una bodega, y con ellas abrieron huecos en 34% de las celdas de aislamiento, para liberar a sus compañeros incomunicados.
“La ineficacia de las autoridades penitenciarias –destacó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos– genera situaciones como la ocurrida el 2 de febrero de 2013, en la cual los internos de ese lugar se manifestaron de forma violenta por las condiciones de maltrato, encierro y aislamiento de sus compañeros, amotinándose para liberar a los que se encontraban en el módulo C4 de Las Cruces”.
De hecho, subrayó la CNDH, el “uso excesivo de la fuerza” mostrado por las autoridades federales para controlar dicho motín –que dejó 32 reos heridos, siete de ellos de gravedad, así como tres reos que permanecen desaparecidos desde entonces– puso en evidencia la falta de preparación no sólo de los custodios y marinos que participaron en el operativo para rescatar las instalaciones, sino también puso en evidencia la falta de mecanismos para garantizar la seguridad tanto de los internos como del personal penitenciario.
Un ejemplo de ello, se señala, es el hecho de que las mujeres encargadas de vigilar y custodiar el área de reclusión femenil no obtuvieron ayuda oficial durante el motín, y tuvieron que ser escondidas por las mismas mujeres presas, quienes les proporcionaron uniformes penales para que se disfrazaran y, así, lograran evitar agresiones por parte de los reos amotinados.
Por todas estas irregularidades, la CNDH exigió a la Comisión Nacional de Seguridad Públicaindemnizar a 99 reos que vieron violados sus derechos a la integridad y seguridad personal, al trato digno, a la seguridad jurídica y a la legalidad.
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